El libro de zafiro

A finales del siglo XV, un judío converso muere en la hoguera, en un auto de fe en Toledo; una cristiana que lo contempla, advierte que, al cruzarse sus miradas, le está trasmitiendo un secreto. Éste consiste en un manuscrito criptográfico que él guardaba y que ha confiado fragmentariamente a tres hombres, cuya lectura dará un poder casi divino a quien lo posea.
Se trata de una novela de aventuras farragosa y de difícil lectura. El manuscrito, que existe desde Adán y Eva, "escrito por mano de Dios", contiene un mensaje de terribles consecuencias. Los personajes encargados de descifrarlo -un judío, un musulmán y un franciscano, a los que se une la mujer, amiga de la reina Isabel, y que resultan un tanto desdibujados- sufren y luchan hasta llegar al final. Las descripciones de paisajes y situaciones son expresivas. En conjunto, la historia adquiere tintes desmesurados en casi todos los aspectos. Hay algunas alusiones sensuales. El autor hace un sincretismo y paridad entre las tres religiones monoteístas y sus respectivos libros sagrados; la mezcla resulta profundamente desorientadora. Los personajes, especialmente los eclesiásticos, se mueven por ambiciones de poder, para lo que no reparan en medios. La figura del franciscano está fuera de lugar y resulta equívoca.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Ediciones B
555
84-96581-59-3
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Comentarios

Imagen de aita

Gilbert Sinóué se introduce en esta novela en unas dimensiones históricas que no domina y eso le lleva a comentar errores de bulto. Como decía Newman en aguas poco profundas todo está claro, pero en las profundidades ya no se ve el fondo. La Inquisición española, la figura de Torquemada, Fray Hernando de Talavera, la Reina Isabel, son personajes de un calado muy grande como para abordarlos con unos cuantos lugares comunes y unas frases hechas. Un error un craso error, que desbarata una novela qiue resulta pobre, increible y desquiciada.