Defensa del estilo

 

No sé si se debe a las leyes de educación, tan inestables en España, y al auge de lo visual, entre otros motivos, pero, en la lectura de la prensa, tanto digital como en papel, o de mensajes que llegan a través de las redes sociales, noto con frecuencia un empobrecimiento de los textos desde el punto de vista filológico.

Es evidente que hay encomiables excepciones y que uno disfruta leyendo a excelentes redactores, columnistas e incluso a personas que se esfuerzan en escribir correctamente, aunque se trate tan solo de un breve mensaje electrónico enviado a un amigo, porque aprecian y miman la lengua, ¡cuánto se agradece!

Señalo algunos aspectos más patentes. Faltas de concordancia entre el sujeto y el verbo o entre el sustantivo y los adjetivos que lo acompañan, vocabulario pobre, con repeticiones de una misma palabra dentro de una frase o de un párrafo. Bueno es disponer de un diccionario de sinónimos y antónimos y no tener pereza para consultarlo. Además, también abundan los anglicismos innecesarios, y los llamados falsos amigos o palabras de otros idiomas, sobre todo del inglés, que tienen una forma parecida a un término castellano, pero que no significan lo mismo. Por ejemplo, cuando se dice que alguien padece severos dolores, por un calco del inglés severe, en vez de decir intensos, agudos, etc., que es lo correcto en español. Hay que acudir a los diccionarios en caso de duda, para elegir el término más acorde con lo que queremos expresar.

Para la construcción de frases, para la adjetivación, para el uso de las preposiciones –tarea nada fácil–, es muy aconsejable el Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo (SM), dirigido por el académico Ignacio Bosque. Podría ampliar los ejemplos y las recomendaciones, pero el mejor apoyo para escribir correctamente es la lectura de buena prosa y de buena poesía, pues toda lengua tiene su ritmo, que es como la culminación del estilo. Hoy, con las prisas a las que solemos estar sometidos y con las facilidades para redactar y transmitir un texto, es más necesario que nunca pararse un poco y dedicar tiempo a la revisión, e incluso, si se puede hacer en voz alta, mejor, para detectar repeticiones, cacofonías u otras irregularidades sintácticas, morfológicas y fonéticas.

 Luis Ramoneda 

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Releer una y otra vez, eliminar lo superfluo, ser capaz de sintetizar las ideas.