El discernimiento del papa Francisco

 

En estos diez años de pontificado del papa Francisco muchas veces la opinión pública se ha ido preguntando cuales eran las grandes líneas de su trabajo universal como cabeza visible de la Iglesia: a dónde conducía la Iglesia.

Indudablemente, el Santo Padre, como buen jesuita, ha explicado muchas veces que Dios ha querido que llevara a toda la Iglesia por caminos de expansión misionera en la búsqueda de la mayor gloria de Dios: “la Iglesia en salida”, “las periferias”, y la creatividad”.

Precisamente, la catequesis reciente del papa Francisco sobre el don de discernimiento de espíritus nos recuerda las recientes palabras de José María Rodríguez Olaizola sobre la sustancia del mensaje de san Ignacio de Loyola: “Una de las intuiciones más apreciadas y originales de San Ignacio de Loyola fue todo lo que tiene que ver con el mundo interior de las personas, con su propuesta sobre el discernimiento de espíritus”. Enseguida añadirá Olaizola que “discernir” es sencillamente: “elegir, guiado por Dios, aquello que, en un momento, hace posible seguirle de la manera más plena” (p. 104).

Así pues, podemos afirmar, sin riesgos de exageración, ni de estar haciendo una teoría, que la memorable intervención del cardenal Jorge Bergoglio en las Congregaciones Generales de cardenales que tuvieron lugar en aquellas memorables jornadas de finales de febrero y comienzos de marzo en Roma, con la presencia de los purpurados llegados del mundo entero para el conclave, provenía indudablemente del don de discernimiento de espíritus con el que Dios mismo deseaba renovar su Iglesia en los comienzo del siglo XXI.

Hace unas semanas, en una entrevista de prensa, el papa Francisco hacía un rápido balance de su pontificado recordando que había intentado, con la gracia de Dios llevar a cabo lo que el Espíritu Santo le había iluminado y propuesto en esas Congregaciones Generales ya mencionadas.

Finalmente, como todos los Pontífices anteriores, ha acometido sus dos últimos proyectos, uno de carácter general: la reforma de la Curia Romana y de todas las instituciones de la Iglesia, denominada “Praedicate Evangelium”, donde el telón de fondo es sencillamente dotar a la Curia Romana, a los Dicasterios y a su reflejo en las curias diocesanas y Conferencias episcopales y órganos de gobierno de todas las instituciones de la Iglesia de un tono misionero y de servicio a todas las almas. En efecto, todos hemos de pedir luces al Espíritu Santo para convertir la vida de la Iglesia en defensa del Evangelio y difusión del mismo. Respecto a la Sinodalidad, el papa ha recordado que no se trata de opinar sobre la Iglesia sino de meter el hombre y sentirse protagonista de su misión y su expansión.

José Carlos Martín de la Hoz

José María Rodríguez Olaizola, Me sedujiste. Historia de una búsqueda, Sal Terrae, Santander 2023, p. 104.