¿Ganar salud en la escuela?

Ha empezado el curso escolar y la novedad llega a los colegios en

forma de una Guía titulada "Ganar salud en la escuela", mediante la

que los ministerios de Sanidad y de Educación pretenden adoctrinar a los

alumnos con la "ideología de género", destacada seña de identidad del

socialismo radical en España.

 

Mucha

información y poca formación

 

El empeño del actual gobierno por imponer esa ideología de género

no concede tregua: trabaja con prisa y sin pausa. Para este curso tenemos esta

Guía elaborada por Sanidad, con la ya ex ministra Jiménez, y por Educación, con

el ministro Gabilondo, para conseguirlo. Ambos han presentado esa Guía como si

fuera un avance educativo, volviendo una vez más sobre tanta información y

deformación de la sexualidad. Como si no hubiera nada más importante en la

educación de los jóvenes, y como si no estuviera España a la cola de los países

con mayor fracaso escolar, en matemáticas, ciencias, lengua, entre otras

importantes materias.

 

Nada tan beneficioso como ganar en salud, pensarán los padres,

hasta darse cuenta de que incluye adiestramiento sexual desde los 3 años:

"reconocimiento del comportamiento sexual como expresión íntima del

afecto"; y sigue con el

conocimiento sobre la morfología de los genitales desde los 6 años. A los 12

años adoctrina a los púberes sobre las prácticas sexuales seguras, y la

prevención de enfermedades de transmisión sexual. Por tanto, bien por enseñar a

los niños a lavarse los dientes y otras prácticas de salud, pero mal por el

empeño en meterles en el mundo del sexo al margen de los padres, cuando la Guía

y los profesores implicados informan con detalles pero sin formar la

afectividad y la conciencia como tarea delicada que corresponde a los padres.

Es una intromisión abusiva en su derecho

a la educación de los hijos, ejercido de acuerdo con sus convicciones morales y

religiosas, y con la delicadeza que requiere cada edad y cada criatura.

 

Idea

reductiva de la persona

 

Todos sufrirán ese adoctrinamiento, pero principalmente muchos

incluidos en ese 60 por ciento de alumnos que estudian en colegios estatales,

donde todo depende de la lotería del consejo de dirección y los profesores que

guíen la salud. Los concertados tienen más defensa, y los de iniciativa social

costeados por los padres podrán mantener mejor su ideario e independencia. Pero,

en cualquier caso, el resultado será un incremento de los problemas juveniles

con el sexo, el aumento de embarazos, y la difusión de anticonceptivos, que no

podrán frenar las enfermedades de transmisión sexual, como muestran las

estadísticas sin manipular. Una consecuencia es el aumento de abortos entre

chicas adolescentes que destrozará sus vidas, mientras mejora el negocio de las

clínicas abortistas. Y, como llegan inexorables los embarazos indeseados en

adolescentes, hay que difundir preservativos, anticonceptivos, la píldora

postcoital, y el aborto libre. Todo menos reconocer que los jóvenes tienen

capacidad para ser educados en el amor fiel que sabe esperar. Son capaces de

ideales más elevados que el juego sexual.

 

Entre otras cosas esa Guía postula que el sexo es un modo más de

comunicación que no debe estar vinculado a la procreación. En realidad lo

considera como un juego apto para todos los públicos. Se apoya en la visión

utilitarista de ofrecer al mayor placer sexual para la mayoría, como si fuera

la panacea de todos los problemas. Dominar la educación es parte decisiva

de los gobiernos poco amigos de la

libertad, pero también un modo de distraer la atención de los ciudadanos españoles

de otros problemas más decisivos. Entre ellos, podemos incluir la

huelga general light de unos sindicatos ante los recortes sociales del gobierno

socialista amigo; la crisis económica, con cuatro millones de parados -que ya

es decir y sufrir-; la descomposición del Estado con algunas autonomías

separatistas que se venden para apoyar el Presupuesto; o los soldados muertos recibidos

con cara de circunstancias por una guerra disfrazada de misión
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humanitaria.

 

Jesús

Ortiz López

Doctor

en Pedagogía