La conquista del Estado



            Todavía predominan en algunos medios de comunicación en
España miedos y acusaciones a la Iglesia como si fuera un grupo de presión
político empeñado en dominar el Estado. Parecen olvidarse de los Pactos de
Letrán de 1917, cuando con la consolidación del pequeño Estado de la ciudad del
Vaticano, quedaron atrás definitivamente los riesgos del poder político. El
Reino de Dios proclamado por Jesucristo mantiene su autonomía respecto a
cualquier construcción política. La Iglesia actúa a un nivel más profundo: el
de
la Salvación. Eso sí, la Iglesia como experta en humanidad y
depositaria del tesoro de la Revelación divina, puede y debe recordar a los
hombres la verdad sobre el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios y
destinado a la eternidad.


            Precisamente la acción social de los cristianos
proclamada por el Concilio Vaticano II, en
la
Constitución Gaudium
et Spes recuerda que los cristianos corrientes están
llamados a vivificar las estructuras temporales, colaborar con sus compatriotas
en la construcción de una sociedad justa, pero alejados de mezclar la fe con
cuestiones políticas. Vale la pena recordar algunas afirmaciones de Benedicto
XVI en su obra sobre Jesús de Nazaret: "La
lucha por la libertad de la Iglesia, la lucha para que el reino de Jesús no
pueda ser identificado con ninguna estructura política, hay que librarla en
todos los siglos
" (
p.65
).


            A la vez, la fe cristiana compromete radicalmente, pues
es un empeño de santidad lo que mueve al cristiano, y por tanto le mantiene
movilizado a favor del propio hombre: "El
Imperio cristiano o el papado mundano ya no son hoy una tentación, pero
interpretar el cristianismo como una receta para el progreso y reconocer el
bienestar común como la autentica finalidad de todas las religiones, también la
cristiana, es la nueva forma de la misma tentación
" (
Ibid, p.68).


            Por tanto, conviene recordar que no existen fórmulas
políticas cristianas únicas: "Las formas
jurídicas y sociales concretas, los ordenamientos políticos, ya no se fijan literalmente
como un derecho sagrado para todos los tiempos y, por tanto para todos los
pueblos
"(
Ibid, p.150). Es decir,  Jesús da libertad al hombre para organizarse
política y socialmente, el único límite es el derivado del propio ser: saltarse
la naturaleza es autodestruirse.


            La Iglesia recuerda que la conversión y la reforma
comienzan por uno mismo. El mensaje de Jesús el día de la Ascensión fue claro: "id y predicad a todas las gentes"(Mt 28,8). Alma a alma, persona a persona, familia a
familia. Para llevarles a la oración y a la conversión personal: "Puesto que ser hombre significa
esencialmente relación con Dios, está claro que incluye también el hablar con
Dios y el escuchar a Dios
" (Ibid
, p.161).


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Benedicto XVI, (2007) Jesús de Nazaret,
Barcelona, La esfera de los libros


Woods Jr., Thomas E. (2008) Por qué el
Estados sí es el problema
, Madrid, Ciudadela


Andrés-Gallego, J. (1999) La Iglesia en
la España contemporánea
, Madrid, Encuentro