La Iglesia Latinoamericana



El
Concilio de Trento, fue la vigorosa respuesta al problema de la Reforma de la
Iglesia, caput et membris,
planteada un siglo antes en el Concilio de Constanza, Su aplicación en
Europa, clarificó la doctrina de la Iglesia y supuso un impulso de
espiritualidad del que se nutrió el siglo de oro de la mística
castellana. Las medidas del Concilio de Trento, se prolongaron en el tiempo
mediante los Concilios Provinciales, que fueron un gran instrumento pastoral
para el crecimiento de la Iglesia en el mundo entero, y propiciaron la puesta
en marcha de las disposiciones del Concilio.


En
las nuevas tierras ganadas para la Iglesia, en el inmenso mundo americano, recién
descubierto, esos Concilios Provinciales, celebrados periódicamente, e
impulsados también por la Corona española, tuvieron sus
características propias. En aquellas alejadas iglesias locales, los
problemas eran bien distintos. Una cosa era bautizarse y otra cambiar de vida.
Una vez implantada la Iglesia y constituidas las diócesis, era preciso
que asimilaran la vida sacramental, las virtudes cristianas, hasta alcanzar la necesaria
solera de la santidad.


El
Profesor Paulino Castañeada, Catedrático Emérito de
Historia de América de a Universidad de Sevilla y la Investigadora Pilar
Hernández, de la Biblioteca Nacional,
han realizado una edición de uno de esos textos Conciliares, con
anotaciones críticas y una interesante introducción.


La
lectura atenta de este trabajo aporta una gran luz para los investigadores
actuales, quizás menos versados que en épocas anteriores, acerca
de las cuestiones canónicas y disciplinarias de la Iglesia. Este
trabajo resulta así una estupenda guía para interpretar las
fuentes eclesiásticas: temas como las canonjías, la
exención de los regulares, la usura, la práctica sacramental,
están magistralmente explicados. Los autores no dan nada por supuesto,
lo que facilitará entender estas disposiciones e interpretar otros
documentos. Hoy día las fuentes documentales eclesiásticas son
una de las bases más importantes para la historiografía.


Por
otra parte el estudio detenido de estas Constituciones, son una prueba del
trabajo de siglos de muchos hombres y mujeres, hasta lograr, con la gracia de
Dios, esa esplendida realidad de fe que es la Iglesia Latinoamericana.
Con sus luces y sombras, pero que constituye hoy día
una de las zonas de mayor número de católicos del mundo.


La
pregunta que queda en el aire es el porqué no obtuvieron el pase regio,
y porqué esas Actas no fueron publicadas. Es una interesante constatación
del regalismo imperante en la Corte española de los comienzos de la Ilustración. Puede
aventurarse la hipótesis de que se trataba de una medida de fuerza del
poder real frente al poder eclesiástico. Los frutos del Concilio
Provincial los vemos hoy día en la Iglesia Latinoamericana,
pues, en realidad, aquellos días de trabajo y de oración, de
transmisión de la fe en la misión de la Iglesia ya dieron su
fruto en el alma de aquellos Prelados, que aplicaron esas Actas aunque no
estuvieron aprobadas, como un vademécum para su gobierno pastoral.


José
Carlos Martín de la Hoz



Paulino
CASTAÑEDA-Pilar HERNÁNDEZ, El
II Concilio de la Plata (1774-1778),
ed.Deimos,
Madrid 2007, 723 pp. 24x17.