La ilustración frustrada

 

Celebramos la aparición de un nuevo trabajo de Wolfram Eilenberger (Friburgo de Brisgovia, Alemania 1972) acerca de la historia de la filosofía en el siglo XX, pues hasta ahora los que ha ido publicando han marcado un hito y han hecho repensar a otros muchos escritores sus trabajos, pues la historia de la filosofía sigue siendo capital para afinar nuestro pensamiento. Este magnífico trabajo versará sobre la historia de la filosofía contemporánea (1948-1984) y ha sido publicado nuevamente por Taurus. Se plantea la revolución del 68 como una verdadera segunda ilustración en Europa rompiendo moldes que impendían pensar y buscar serenamente la verdad.: “Que se pare el mundo que me quiero bajar”. “Prohibido prohibir”, etc., eran lemas de aquellos días que terminaron por constituir una manera nueva de pensar.

El hilo conductor, como en las obras anteriores del ensayista y escritor Wolfram Eilenberger está centrado en pensadores de aquello años que fueron superados por el pensamiento de la revolución del 68 y que no supieron cambiar su pensamiento para adaptarlo a él, sino que quisieron convertir el 68 en una manera de exponer sus ideas. En conclusión, todo quedó en romper las formas externas impositivas en aras a una mayor libertad y al relativismo moral y dogmático. Los autores más desarrollados por Eilenberger serán: Adorno, Foucault, Feyerabend, Karl Popper, Susan Sontag y Sartre

La conclusión de este apasionante trabajo es que la densidad del pensamiento en aquellos años fue muy inferior a los períodos estudiados anteriormente por Wolfram Eilenberger Indudablemente, la revolución del 68 puso de manifiesto la profunda crisis del ontologismo y de la metafísica, ambos “necesitados de terapia”, es decir de una profunda revisión (117).

Asimismo, mostró la crisis de ideas en las grandes universidades del planeta, por ejemplo, en la de Oxford que concede el doctorado a Truman después de haber tirado la bomba atómica (136). Es interesante estudiar los prolegómenos “del problema del mal después de Auschwitz” (137).

Es interesante descubrir que los intelectuales del momento iban percibiendo la revolución y terminaron por sumarse a ella, para no quedar atrás, pero sin propuesta concretas (211). Por ejemplo, el estructuralismo: “aplicado a todos los campos del saber y de la cultura, había hecho suya la misión de considerar todo lo que debía y podía tener un significado para los humanos como algo unido y estructurado por un sistema de signos propios, para luego describir y organizar con precisión estos sistemas y dedicarse a la búsqueda de reglas “(245).

En muy significativo que en los días de la revolución estudiantil y universitaria de mayo del 68 cuando se levantaron barricadas en el barrio latino de París contra el sistema los intelectuales franceses más importantes e influyentes del momento no estaban allí: Foucault estaba en Túnez, Feyerabend en la Universidad Libre de Berlín y solo quedaba Sartre en las calles de Paris, dando voces delante de la policía (259).

José Carlos Martín de la Hoz

Wolfram Eilenberger, Espíritus del presente. Los últimos años de la filosofía y el comienzo de una nueva ilustración (1948-1984), Taurus.2025, 436 pp.