La religión natural

 

Una de las principales aportaciones de la reciente investigación del profesor Rasmussen de la Tufts University, acerca de la amistad y mutua influencia entre el filósofo y economista escoces David Hume (1711-1776) y el también economista escocés Adam Smith (1723-1790), ha sido la clarificación acerca de la visión que cada uno de ellos tenía del concepto de religión y, en concreto, de las pruebas de la existencia de Dios.

La fecha clave que dilucida definitivamente la cuestión, según nos narra Rasmussen, podría haber tenido lugar a lo largo del año de 1776, cuando, David Hume sintiéndose mal de salud, toma la determinación de redactar un nuevo testamento, en el que deja como heredero intelectual de sus obras a su fiel amigo Adam Smith (229). El asunto determinante, tiene lugar cuando David Hume le conmina a publicar como obra póstuma un trabajo que ha ido redactando a lo largo de su vida y que habría terminado de pulir y dejar listo para la imprenta, titulado “Diálogos sobre la religión natural”. El primer borrador sería de 1750 y el último de 1776.

El resumen del trabajo es difícil de realizar por lo intrincado de la cuestión y el gran número de repeticiones que se producen en el interior del manuscrito. En definitiva, se trataría de un diálogo entre varias personas que tratarían acerca de las pruebas de la existencia de Dios, principal, ente, la del orden en el universo, seguidamente hablarían de las causas y efectos y de si se podría llegar a la causa primera, finalmente discutirán acerca del problema del mal y de cómo conjugar esa realidad con la existencia de un Dios (230-231).

Como muy bien expresa el profesor Rasmussen, la diferencia entre este tratado y otras referencias a la existencia de Dios o a la cuestión de la religión natural, varían radicalmente en esta obra, pues se muestra completamente ateo: “Lo que hace de los diálogos una obra única es su minuciosidad, al no dejar a los beatos ninguna salda ni ningún remanso” (232). Así pues, desde 1766 que abandona París, adonde había llegado como un agnóstico y se había encontrado con el materialismo ateo de Diderot, d’Alambert, Helvetius y d’Holbach, hasta la fecha de su muerte se había desgraciadamente alejado progresivamente de la luz de la fe.

Es interesante, como nos narra Rasmussen, que Adam Smith y Hume discutieron mucho el 23 de abril 1776, cuando se encontraron en Morpeth por última vez. De hecho, en una carta posterior Hume le sigue pidiendo a su amigo que sea su albacea intelectual y le deja en sus manos “dejaré que elijáis a vuestra plena discreción cuando publicar la obra, o si publicarla jamás” (233). Lógicamente, no se contemplaba la posibilidad de retocar el manuscrito “Diálogos sobre la religión natural”. De hecho, Adam Smith no estaba de acuerdo con la visión final de la religión de su amigo, aunque finalmente se publicó.

José Carlos Martín de la Hoz

Dennis C. Rasmussen, El infiel y el profesor. David Hume y Adam Smith, la amistad que forjó el pensamiento moderno, de. Arpa, Barcelona 2018, 382 pp.