La Sinodalidad y la misión de la Iglesia

 

El 17 de octubre de 2015, en el cincuenta aniversario de la institución del Sínodo de obispos por parte del papa San Pablo VI, el santo Padre Francisco “expresó estar convencido de que Dios desea que la Iglesia del tercer milenio emprenda decididamente el camino de la sinodalidad” (13).

Inmediatamente la Comisión Teológica Internacional abordó un completo trabajo escriturístico, teológico, histórico y jurídico, con el fin de proporcionar las sólidas bases necesarias al Santo Padre antes de convocar a todo el pueblo cristiano a vivir dos años de preparación para este Sínodo Romano sobre la sinodalidad, por lo que se vivirá en toda la Iglesia de modo pleno.

Efectivamente, el santo Padre Francisco, con la sinodalidad, ha manifestado su deseo de alcanzar una nueva profundidad del mensaje renovador del Concilio Vaticano II a través de una nueva línea de investigación y de crecimiento en la maduración del ser de la Iglesia.

Se trata en definitiva de que el ser y el misterio de la Iglesia recogido, entre otros documentos en la Constitución Dogmática Lumen Gentium, vuelva a ser instrumento de una nueva presencia del Evangelio en el mundo.

Indudablemente, en estos últimos años de la mano de la mano del santo Padre Benedicto XVI, hemos meditado en el concepto de Comunión aplicado a la Iglesia y, en general a la relación del hombre con Dios y entre sí en el seno del Pueblo de Dios y del Cuerpo Místico de Jesucristo. Los frutos han sido abundantes y todavía lo serán aún más.

Paralelamente y en plena confluencia con la Iglesia de Comunión el santo Padre Francisco plantea ahora para los próximos años una profundización teológica, pastoral y misionera de la Iglesia de la Sinodalidad (17).

Efectivamente que todos los fieles cristianos sientan la Iglesia como propia, realicen con toda naturalidad sus aportaciones, se sientan escuchados y, en definitiva, pongan todos sus talentos humanos y sobrenaturales en juego, convertirán a la Iglesia local, diocesana y universal, verdaderamente en Sacramento universal de Salvación.

Tantos hombres y mujeres unidos, vibrando al unísono con sus pastores, asumiendo la responsabilidad de extender la Iglesia, de sostenerla, de llenarla de múltiples ideas e iniciativas, concederán con la luz del Espíritu Santo, un nuevo dinamismo a la Iglesia misionera y evangelizadora.

En estos dos años cada cristiano, cada comunidad, ha de convertir su corazón (17) para poder vibrar con el Santo Padre y los obispos y prelados de la Iglesia con la misión de comunión con Dios y entre nosotros, y también, lógicamente, en la misión del ecumenismo, puesto que habitualmente en las Iglesias Ortodoxas hay una tradición sinodal de siglos (23).

José Carlos Martín de la Hoz

Piero Coda y Roberto Repole (eds.), La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia. Reflexiones sobre el Documento de la Comisión Teológica Internacional, ediciones Ciudad Nueva, Madrid 2020, 215 pp.