El perenne camino Sinodal

 

Hace unos días escuchaba el comentario de un experto vaticanólogo quien afirmaba que el anuncio del papa Francisco del Sínodo de obispos sobre el camino sinodal dará paso al camino sinodal para toda la Iglesia y que terminará con el paso del tiempo, para ser sustituido por otro slogan o tema de predicación.

Indudablemente, es un error esa apreciación y evidentemente muestra no conocer ni el pensamiento ni el temperamento del papa Francisco, ni conocer cómo funcionan realmente las cosas en las curias diocesanas y, en definitiva, ese planteamiento adolece de falta de sentido sobrenatural.

Precisamente, que la Comisión Teológica Internacional haya abordado y publicado, con la autorización del Prefecto para la Doctrina de la fe, un profundo estudio escriturístico, teológico, histórico y jurídico, para mostrar la solidez del principio hace que podamos estar seguros del esfuerzo de sinodalidad que llevarán a cabo en la Iglesia Occidental tanto en la cabeza como en las diócesis del mundo entero.

Asimismo, que el santo Padre haya parangonado la sinodalidad con el espíritu de comunión, concepto de amplia hondura teológica, significa proporcionarle un amplio y extenso recorrido, más allá de la extensión de una devoción. Incluso ha llegado a afirmar que el término Iglesia es igual al término Sínodo: “La sinodalidad del pueblo de Dios no ha de ser entendida como una estrategia eclesial o como fruto de tácticas pastorales, es antes bien una dimensión estructural y originaria, que surge de la propia iniciativa de Dios” (n. 23).

La llamada a la sinodalidad, es una invitación a una participación activa y responsable de todos los fieles en los planes de gobierno y en la búsqueda de los medios necesarios para extender la Iglesia y, desde luego, requiere aportar los propis talentos, pues como afirmaba san Cipriano en una de sus cartas:” nihil sine episcopo” (n.34).

Precisamente en el Pontificado de san Juan Pablo II, se publicó uno de los documentos clave del ecumenismo: la Encíclica “Ut unum sint” (Roma 1995), donde abordaba el Santo Padre la espinosa cuestión del ecumenismo y animaba a los historiadores a investigar de modo interdisciplinar cómo fue el ejercicio del primado durante el primer milenio, donde los ortodoxos estaban cómodos, para aprender de la historia y superar las desconfianzas que todavía hoy perduran (Ut unum sint, n.95).

Efectivamente, esas investigaciones han ido dando su fruto y una de las cuestiones más repetidas en el mundo oriental es la escasa sinodalidad en Roma, mientras que los sínodos de las Iglesias orientales han sido continuos, e incluso han recibido y escuchado a quienes se habían desgajados de los patriarcados. El papa Francisco no solo ha decidido aceptar y hacer propia, sino convertir en tarea también de todos los miembros del entero pueblo de Dios: el ejercicio del ministerio Petrino del tercer milenio como un verdadero “primado sinodal y diaconal”.

José Carlos Martín de la Hoz

Piero Coda y Roberto Repole (eds.), La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia. Reflexiones sobre el Documento de la Comisión Teológica Internacional, ediciones Ciudad Nueva, Madrid 2020, 215 pp.