La viabilidad de la izquierda “woke”

 

En este interesante ensayo que ahora presentamos sobre el posicionamiento de la izquierda americana ante el fenómeno “woke”, redactado por la filósofa y escritora norteamericana Susan Neiman (Atlanta 1955), colaboradora habitual de los principales medios de comunicación de su país, aparece con toda claridad cómo una actitud tan sencilla y radical como “el estar alerta ante la injusticia racial”, puede provocar una verdadera sacudida en los cimientos de nuestra sociedad.

Ya en las primeras páginas de este incompleto ensayo, nuestra autora se posiciona como una pensadora y periodista de izquierdas, social liberal y profundamente posicionada contra el fenómeno “woke” (11), es decir, contra el nacionalismo pueblerino y, en general, contra todas las distracciones de los verdaderos problemas de la humanidad: recuperar a todo trance el estado del bienestar que se ha derrumbado irremediablemente en el mundo occidental (14).

Precisamente, en las primeras páginas de este ensayo, la autora se detiene a explicar su estado de perplejidad, inquietud y desazón contra un movimiento presumiblemente de izquierdas pero que puede girar hacia posiciones no deseables. Es interesante la descripción de los sentimientos de la autora: “Este libro se ha escrito con la esperanza de que la filosofía pueda desenmarañar las confusiones que la teoría ha creado, y, de paso, fortalecer nuestra práctica política. No cabe esperar progreso alguno de quien corta la rama sobre la que está sentado sin ni siquiera saberlo” (25).

Lógicamente, recordará que el libro que el lector tiene entre manos no es académico. Sencillamente porque es un desahogo de quien no encuentra recursos intelectuales convincentes para enfrentarse a un movimiento como el “woke” que promueve la locura colectiva: “la tarea de este libro (…) es presentar un claro esbozo de los ideales filosóficos que la izquierda a menudo ha defendido y a los que todavía podemos aspirar” (26). De pasada, anota unas palabras que pueden parecer superficiales pero que apuntan a la raíz del problema: “Hannah Arendt pensaba que Adolf Eichmann debería haber sido juzgado por crímenes contra la humanidad, no por crímenes contra el pueblo judío. Es una distinción que en su momento tal vez pareciera trivial, pero cuya importancia ha ido quedando más clara” (48).

Cuando la autora quiere señalar los aspectos de la ilustración de los que se apropia la izquierda americana señalará los siguientes: “el compromiso con el universalismo, con la justicia y con la posibilidad del progreso” (55). Eso sí, tiene que reconocer poco después, que la ilustración fue profundamente colonialista y eurocentrista (64). En definitiva, el juicio “woke” demuestra que la injusticia social también anidaba en la ilustración y en el colonialismo que impulsó. Asimismo, la fe en el progreso clave para la izquierda occidental, produjo dos guerras mundiales. Por tanto, la solución al racismo no está ni en la psicología evolutiva (124, 146, 186), ni en la teología política de Carl Schmidt (101), ni en el poder y el cinismo (138).

José Carlos Martín de la Hoz

Susan Neiman, Izquierda no es woke, ediciones debate, Barcelona 2023, 214 pp.

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El término woke, anglicismo procedente de los Estados Unidos, inicialmente significaba despierto, atento a las injusticias que pasan ante los ojos sin ser detectadas. Posteriormente, el término ha evolucionado en un sentido que en español podría traducirse como progre.

La autora explica que la izquierda no debería identificarse con lo que se considera progre, en concreto con la liberación de las trabas morales. Si acudimos al significado original del término, o sea despierto, entendemos que la persona de izquierdas debe ser capaz de mantener su propio criterio moral, sin sujetarse de forma gregaria a valoraciones y juicios colectivos.