Los niños cultos

 

Carmen, doctora en Clásicas y profesora universitaria, comentó recientemente, en una de las tertulias literarias en las que participo, que una de sus hijas, cuando era adolescente y no se prodigaba mucho en demostraciones de afecto, en cierta ocasión, se acercó a ella le dio un beso y le dijo: "¡Gracias, mamá!". Al preguntarle por el motivo del inesperado arrebato cariñoso, la hija le contestó: "por la cultura". Y luego añadió que, gracias a la formación cultural que sus padres habían procurado darle desde niña, se daba cuenta de que en el trato con sus amigas y amigos, en las relaciones sociales, etc., jugaba con ventaja, tenía unos conocimientos y una riqueza interior de la que muchos carecían. Según nos contó luego la madre, su hija no ha seguido los caminos filológicos de sus progenitores, sino que se ha decantado por el Derecho.

Jorge Casesmeiro, otro contertulio, en su libro Jugando entre cultura cuenta la magnífica experiencia pedagógica que ha vivido con su hija, antes de que, con tres años, comenzara a ir al colegio. Gracias a su trabajo como autónomo, ha podido dedicar mucho tiempo a la educación de la niña en los primeros años y optó por apoyarse en juegos y actividades relacionados con la cultura: los libros, aunque la hija no podía entenderlos evidentemente, la música, clásica y moderna, el dibujo y la pintura… Como cuenta en el libro, la experiencia ha sido magnífica y sorprendente, y habrá dejado sin duda una buena huella en la hija, aunque quizá sea aún pronto para comprobarlo, porque solo tiene ocho años. Pero cuenta que también ha enriquecido al padre, porque lo ha obligado a usar la imaginación, a probar, a inventar juegos…, y ha descubierto los avances de la niña, las sorprendentes e inesperadas reacciones ante la portada de un libro, una melodía de Bach, de Mozart…, o llenando de colorido grandes tiras de papel.

No dudo de que es importante que los alumnos aprendan inglés u otros idiomas desde pequeños y de que los medios informáticos pueden ayudar en las tareas pedagógicas, pero me parece que si arrinconamos el latín y el griego, la lengua propia, la historia, la literatura, la filosofía, el arte, es decir, las humanidades, estamos haciendo un flaco servicio a las nuevas generaciones, porque las dejamos sin recursos para vivir con sentido, para pensar y orientarse e incluso para disfrutar con los bienes que de verdad elevan y dignifican a las personas.

Luis Ramoneda    

Jorge Casesmeiro. Jugando entre cultura.  Ediciones del Orto 2015.

Comentarios

Imagen de enc

Sobre el artículo de Cattus, "Niños cultos", un día comentó mi hija pequeña mientras estábamos en la mesa: "De las cosas que se hablan en esta casa durante la comida, no se habla en casa de mis amigas". Me sentí algo orgulloso de ello, aunque también pueda constituir una desventaja para los chicos en su relación con otros jóvenes. No saber, por ejemplo, quién ha ganado un partido de futbol o quién ha sido expulsado de un determinado concurso.