Piratas y Corsarios

De nuevo, unos cuantos

periodistas se abren al mundo con su ignorancia y a raíz del incidente con los

piratas somalíes que puebla la prensa, redundan en la confusión entre pirata y

corsario. A los siete desgraciados somalíes atrapados por la Marina española

les llaman indistintamente piratas y corsarios. O sea, ni idea de la realidad.

Navegar en corso, o sea, ser un

marino corsario, era un acto regulado por la Ley. En España se reguló por

primera vez en el reinado de Felipe IV y fue una práctica extendida por las

potencias marítimas para mantener el control de ciertas zonas a las que las

fuerzas regulares no podían llegar.

Corsarios españoles hubo muchos,

aunque por alguna razón en España solo se le llame corsarios a los ingleses.

Corsarios, decía, ha habido muchos en la historia marítima de España. Aunque el

Imperio poseía una flota considerable y mantuvo el orden y la Ley española con

éxito durante unos cuantos siglos, lo cierto es que tenía que apoyarse en la

actuación de los marinos en corso para llegar incluso a los puntos más alejados

de sus mares.

En el Caribe había una red de

corsarios españoles, de origen local, que mantenían a raya a los holandeses y a

los ingleses. En el Mediterráneo, el más famoso de los corsarios españoles,

Antonio Barceló, se aseguraba del control de las aguas para su Rey.

El oficio de corsario estaba muy

limitado por la Ley. No podía ejercer la violencia gratuita, podía pedir la

documentación a los buques que encontraba, pero pacíficamente bajo pena de

muerte. No atacaba a todo buque en cualquier agua, etc. A cambio, los barcos

capturados, presas, se vendían y se dividía lo ganado: un quinto para el Rey y

el resto se dividía de nuevo para repartirlo entre los oficiales y la

marinería. Todo perfectamente regulado y ordenado.

En contraste de este oficio muy

digno se encuentra la piratería, condenada por todas las naciones en todas las

épocas. El pirata no tiene ley, ni humana ni divina, ni territorio, ni Rey,

ataca cuando puede a propios y a extranjeros y no entiende de banderas.

Los somalíes, como los de otras

partes del mundo, son piratas. Delincuentes. Los corsarios eran hombres de

honor sometidos a la ley, los piratas no. Aunque aventureros y aguerridos, los

corsarios buscaban el beneficio de la presa como parte de un comercio legítimo,

el pirata raramente se abstenía de ejercer la violencia y no daba cuenta de su

riqueza ante nadie.

Pero esto, por razones que no

vamos a discutir ahora, que es parte de nuestra historia, o tal vez por eso, se

le escapa a la mayoría de los redactores de periódicos, becarios y veteranos.

 

Carlos Segade

Profesor del Centro Universitario

Villanueva