Este ensayo dedicado a profundizar en el valor y la importancia del concepto de "trascendencia" en la vida de un cristiano, arranca en la sala de espera de un determinado lugar de Madrid, no hace mucho tiempo, en donde dos personas mantienen una animada conversación acerca de religión, meditación y trascendencia.

Enseguida, el lector descubrirá que los conceptos que acabamos de enunciar no tienen nada que ver con lo que tradicionalmente se suelen entender. Es decir, lo que hasta hace unos años en España y en la clase media española, se entendía por el sentido cristiano de esas palabras, no tienen nada que ver ya ni con el cristianismo, ni con la oración cristiana, ni con el mensaje cristiano.

Se trata, indudablemente, de conceptos vaporosos que han de ser manejados a través de la nueva religión, "el new age", que está abriéndose camino en nuestra sociedad y que ofrecen, en definitiva, una religión nueva, común a todos, sin Dios, o con un Dios que está tan lejos que parece el de los deístas de la Ilustración: un Dios que deja hacer, que no interviene ni aunque suceda una pandemia.

Verdaderamente el profesor Angel Cabrero que ha sido muchos años investigador y profesor de Religión y de didáctica de la Religión en la Facultad de Magisterio y educación de la Universidad Villanueva de Madrid, sabe muy bien cómo desmontar la superestructura que se ha creado en nuestra civilización occidental, para volver a las raíces cristianas de la cultura española.

El camino lo muestra muy acertadamente este libro magníficamente editado por Palabra con el lenguaje exacto, el tamaño adecuado y la terminología precisa: se trata de volver al encuentro personal con Jesucristo y de ahí a reconocer el tesoro de la revelación que nos ha traído Cristo quien es sencillamente el rostro de Dios.

Tanto la exégesis del Antiguo como del Nuevo Testamento, así como del resumen de la teología fundamental que ha redactado magistralmente el profesor Cabrero puede dar las pistas para volver a preparar cabezas cristianas.

La lección para el futuro es que tanto los padres, como los catequistas, como los tutores de los colegios deben comprobar que los niños, desde muy jóvenes, se preparan para vivir una vida de oración personal de modo que mantengan un trato personal con Jesucristo mientras leen  y profundizan en el catecismo, la doctrina cristiana el evangelio, de modo que lo hagan propio.

Realmente si no enseñamos a convertir la oración del cristiano en oración personal es muy difícil que luego conviertan la Misa en Oración, el trabajo y las relaciones personales en oración, de modo que puedan compartir la vida con Dios y encajar los golpes de la vida en la oración.

En esa línea conviene recordar cómo el entonces cardenal Ratzinger y el filósofo Habermas ya dialogaron sobre la importancia de confrontar el pensamiento humano, la razón con la fe, pues la armonía fe y razón han de ser personales.

José Carlos Martín de la Hoz

Angel Cabrero Ugarte, Trascendencia, Palabra, 2020, 221 pp.