Un descuido provechoso

 

Hace pocos días, fui a devolver un libro a la biblioteca de mi barrio. Antes de dejarlo en el mostrador, me encaminé a la sección de teatro, para elegir otro y sacarlo. Unas semanas antes, en la tertulia literaria a la que suelo acudir, uno de los participantes había hablado de una obra del escritor italiano Eugenio Corti sobre Catón el viejo. De este autor, había leído –hace ya bastantes años– El caballo rojo (Rialp), una extensa novela autobiográfica muy interesante, en la que describe su participación en la Segunda Guerra Mundial –en el frente ruso– y la posterior evolución de Italia. Aunque indagué en varias librerías, no encontré ningún rastro de la obra de Corti sobre Catón.

Aquella tarde, iba por la letra C en la sección de teatro de la biblioteca y me llamó la atención un volumen bastante grande que no recordaba haber visto en visitas anteriores. Para mi asombro, se trataba de Catón el viejo de Eugenio Corti –no es una obra de teatro, sino una novela histórica–, que alguien había guardado en lugar equivocado. No busqué más y saqué el libro. Tras la lectura del texto, no me queda más remedio que alegrarme del descuido y agradecer estos hechos azarosos que quizá no sean tan casuales como parece, pues no es la primera vez que me sucede algo así, como si se estableciera una misteriosa relación entre autores y lectores.

Catón es un personaje muy sugerente en un periodo muy destacado de la historia de Roma. Un hombre que amaba a sus antepasados, sus orígenes y tradiciones, y que buscaba lo mejor para la sociedad en la que vivía. Un hombre austero, que estudioso de la agricultura y del Derecho, fiel a los principios que consideraba imprescindibles para la integridad y el futuro de Roma, y que fue también un gran militar, un político honesto, y el padre de la retórica latina, en opinión de Cicerón.

Corti nos lo cuenta muy bien, como si se tratara de escenas para una película, después de haberse documentado con rigor. No cabe duda de que eligió a este personaje, pensando en el presente, pues se trata de un hombre fuerte, un estoico, con convicciones serias, que contrastan con los síntomas de decadencia que comienzan a notarse, por los señuelos del lujo, del oportunismo y de influencias del entorno que considera perjudiciales, a lo que trata de oponerse. Ciertamente, de la historia se puede aprender mucho. A esto, hay que añadir algunos comentarios y reflexiones del propio Corti, sobre todo al final del libro, muy interesantes sobre el poder, la libertad, el arte, la verdad y la belleza… Un gran libro que quizá pasó inadvertido al traducirse al castellano en 2008, pero que pienso que merece la pena leer.

 

Luis Ramoneda

Eugenio CortiCatón el viejo. Rialp 2009