100 preguntas clave sobre la "new age"

La cultura de lo efímero, del hombre light y del vacío tiene también su versión religiosa: la “Nueva Era”. De ella podríamos decir lo de Machado: “La Nueva Era ha venido y nadie sabe cómo ha sido”. Este nadie hay que entenderlo referido al “vulgo”, eufemísticamente entendido conocido como el hombre de la calle. Porque los masones, los enemigos del cristianismo y los proxenetas de las ideas sí que lo saben. La Nueva Era, también llamada “Era de Acuario” y popularizada en películas como “Phenomenon” de John Travolta, es una especie de sincretismo de vacuidades que consigue su efecto, vaciar el sentido del hombre dopándolo con una aparente e insustancial espiritualidad. Porque su contenido no es mayor que el que pueda haber en un neumático, y sólo sirve para ir rodando por la pendiente de la nada. Lo curiosos del caso es que aparentemente ha aparecido como una floración espontánea pero hay ocultas tramas que la sustentan.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2004 Monte Carmelo
175
9788472398559
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Manuel Guerra, conocido por sus estudios sobre las sectas, que en España ya no preocupan a nadie (¿qué fue del combativo Pedro Rodríguez o de Pilar Salarrullana, o del César Vidal de los primeros tiempos?), ha elaborado una especie de catecismo que no tiene nada de elemental sino que resulta bastante exhaustivo. Según nos narra, la “New Age”, de cuyo parto nadie quiere hacerse responsable a pesar de que es muy mona en apariencia, nace en 1962 arropada por el teosofismo, biologicismo, masonería y gnosticismo. La gestación había sido larga, porque hunde sus raíces remotas al menos en el siglo XIX, pero su puesta en escena no es hasta mediados del XX.
Algunos la conciben como un talante, especie Zapatero, una forma armónica de enfrentar la existencia y, en definitiva, un compromiso religioso bastante barato, con músicas relajantes y técnicas de autoayuda. Pero esta Era quiere definir la religiosidad de lo que se avecina como superación del Cristianismo (que es la Era de Piscis). Es el marco perfecto para que el Mundo Feliz de Huxley pueda montar todo su aparato mientras los abobados ciudadanos se abrazan a un ficus o experimentan sus evoluciones energéticas debajo de una pirámide.
La lectura de este libro deja clara una cosa: el gran objetivo de la Nueva Era es subvertir el cristianismo. Camufladamente, con un lenguaje ambiguo que parasita los conceptos heredados del cristianismo (Revelación, ángeles, Cristo), pero cambiándoles el significado, se va introduciendo en las conciencias desprevenidas de los católicos que han dejado enfriar sus conciencias. Y esa sopa, fácil de tragar pero nada nutritiva, se pone de moda a pasos agigantados. Basta pensar que en 1999, en los EE.UU., se publicaron 18.000 títulos, en 1.600 editoriales, relacionados con la Era Acuario.
En el fondo, nadie puede negar que existe en el corazón de todo hombre un auténtico deseo de Felicidad. Junto a él convive la terrible tentación de querer alcanzarla a bajo precio. La Nueva Era es el nuevo flautista de Hamelín que atrae a los que, buscando incrementar su potencial humano, acaban encerrados en la gruta de su mismidad etérea. Manuel Guerra, gran estudioso, pone al descubierto la razón oculta de tan extraño fenómeno.

David Amado Fernández