Entra en el aposento de tu alma; excluye todo excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de El. Di, pues, alma mía, di a Dios: busco tu rostro, Señor; Señor anhelo ver tu rostro.
De algún modo podríamos decir que hay tantas formas de hacer oración como personas. Orar es hablar con Dios y hablar es algo muy personal. Para ayudarte, aquí tienes nueve ideas, por si alguna te sirve.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2006 | Gestión y Servicio de Editoriales |
88 |
978-84-611-1960-8 |