Canción

Siguiendo la línea de sus anteriores relatos (Monasterio, Señor Hoffman, Duelo y El boxeador polaco) Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala 1971) continúa ahondando en sus raíces familiares y étnicas y, si en El boxeador polaco se contaba la historia de su abuelo judío polaco, aquí se cuenta la historia de su otro abuelo: un judío libanés.

La novela parte de su intervención en un congreso en Japón sobre escritores libaneses, al que es invitado, aunque no tenga nada que ver con el Líbano, pero lo hacen confundidos por la nacionalidad de uno de sus abuelos que, de hecho, tampoco era libanés ya que en esos momentos Líbano estaba anexionado a Siria y su pasaporte era sirio.

Su intervención en el Congreso es realmente cómica, ya que se dedica a relatar con pelos y señales la historia de su abuelo en Guatemala que es donde pasó la mayor parte de su vida, después de su estancia en París, y donde murió.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2021 Asteroide
128
978-84-17977-55-9
Valoración CDL
2
Valoración Socios
2
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Un libro, una novela, un relato, cuentan una historia. Canción parecen sólo pinceladas. Fácilmente algunos recuerdos del autor que se extienden a lo largo de casi un siglo, aunque en ocasiones tengan poco que ver entre si.  Y el titulo ¿Canción? ¿Por qué Canción? Canción es el sobrenombre de uno de los guerrilleros que aparecen en el relato, aunque no es el protagonista. El protagonista, si es que existe en esta novela, es Eduardo Halfon el viejo, libanés de nacimiento y abuelo del autor.

Hubo un momento a raiz de la disolución del Imperio Otomano, en el que se produjo una diáspora de libaneses fuera de sus lugares de origen; sobre todo en dirección a América Latina. Buenos comerciantes, prosperaron en aquellos lugares donde se establecieron. El abuelo Eduardo Halfon llegó a Guatemala, donde primero cultivó café y después levantó una fábrica de textiles. Le asistían dos circunstancias particulares: Tenía nacionalidad siria, no libanesa, y era de religión judía. Ello hará que su nieto, el escritor, sea abucheado en el Congreso Libanés de Tokio cuando reconozca que ha visitado Israel, pero no tiene curiosidad por conocer el Líbano.

Porque el telón de fondo de esta historia no está en Tokio ni en el Líbano, sino en Guatemala en el siglo XX. El autor apunta la transición de los países iberoamericanos, desde unas sociedades rurales y caciquiles hasta la aparición de los movimientos guerrilleros, que llegan hasta nuestros días y los van a desestabilizar. Escribe el autor: "Guatemala es surrealista" (aunque él vive en Francia). No lo es más que cualquier otro país del area. Es posible que con esa expresión Halfon trate de aproximarse al realismo mágico sudamericano. Pueden existir puntos de coincidencia en el exotismo de las costumbres o en la importancia de la dinastía familiar; pero la novela es realista. Son escenas sobre la historia de un país.

Halfon, el escritor, enmarca el relato guatemalteco en un Congreso de Libaneses celebrado en Tokio muchos años después. Es tan fuerte el contraste entre Guatemala y Japón, tanta la distancia temporal entre los hechos que se narran en ambos escenarios, que dudamos que tenga sentido integrarlos en una misma novela.

Una última observación. Leo en cdl una sinopsis y un comentario elogiosos que me animan a leer el libro, pero veo también una valoración de dos estrellas: en blanco, ni fu ni fa. ¿Cómo compatibilizar ambas apreciaciones? Leído el libro me adhiero a la segunda. Canción es un esbozo de lo que pudo ser y no fue, la historia de Eduardo Halfon, el viejo libanés. ¿Que los escenarios parecen estar bien dibujados? Sin duda. ¿Que el autor es capaz de describir a sus personajes con dos pinceladas? De acuerdo. Pero falta continuidad y sentido en la historia. Se echa en falta la tarea de creación que es propia del autor.

Imagen de Porto

La historia y el secuestro del abuelo son interesantes, pero sobre todo lo es la descripción de la personalidad del personaje, realmente asombrosa: su autoridad, su señorío, su clase. Los otros personajes, incluido el mismo autor en su niñez principalmente, ayudan a comprenderlos a ellos y sobre todo al abuelo. La acción relatada, transcurre en los años setenta, cuando Guatemala pasa por una de sus peores épocas. Los secuestradores y el móvil es interesante para comprender aquellos años turbulentos. A la narración no le falta una cierta dosis de intriga con un episodio en un siniestro bar con una enigmática persona relacionada con el secuestro.

Como en las anteriores novelas, es breve, no sobra ninguna palabra, pero tampoco falta nada, para dar una visión de los hechos, de los personajes, de los escenarios, que siempre es completa. El lenguaje es culto y hasta las mismas palabras propias del español latino están empleadas en el momento oportuno y con encanto.

Es evidente, que el proyecto literario de Halfon, va avanzando y cada vez se tiene una visión más completa de todo un universo familiar complejo, como ocurre con cualquier saga judía que haya pasado por los momentos trágicos del siglo XX. Si se han leído las anteriores novelas, ésta nos dejará el mismo buen sabor de boca.