Chiquillos

En este volumen el autor explora el mundo de la infancia. Son 17 relatos y otras tantas anécdotas de la vida en el Valle de San Joaquín, en California. Allí se cultivan las uvas que luego se venderán en todo Estados Unidos. California es un crisol de razas donde también los armenios han encontrado un hogar lejos de la Patria perdida.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1959 G.P.
160
B00FCZ5KYO

Publicado en 1937.

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No todas las historias de este volumen son tristes, pero hay una hebra penosa que lo atraviesa como en general a toda la obra de Saroyan. El autor refleja la nostalgia del emigrante en el relato titulado "El Armenio". El armenio ha alcanzado el sueño americano; es propietario de viñedos, tiene una esposa, sus hijos han cursado estudios y lleva una vida confortable. No obstante, cuando le preguntan por su vida en América responde: "En Guiltik [Armenia] era bueno vivir. Uno sabía con quién hablaba. Si árabe, árabe; si kurdo, kurdo; si turco, turco; uno lo sabía. Se conocía a la gente por la cara, por los ojos, por la nariz, hasta por el olor. Era estar en casa" (pág.127).

En el relato que lleva por título "Sam, el risas" es el miedo lo que no deja vivir al joven. No sé si alguien ha sido capaz de reproducir como Saroyan esa enfermedad invalidante del espíritu. "Al verle por primera vez pensaba uno: Hele aquí; he aquí el pobre cuerpo del antiguo esclavo, desnutrido, agotado, enfermo, humillado, herido; he aquí el cuerpo de Nuestro Señor ultrajado por todo el mundo" (pág.154). Los otros chicos se burlan de él y sólo consiguen que Sam se ría. Morirá a los dieciseis años tratando de demostrar a sus compañeros que no tiene miedo de algo que realmente le aterroriza: un ascensor.

"Los mejicanos" es una historia divertida y comienza así: "Juan Cabral era un mejicano alto que trabajaba para mi tío podando viñas. Era un pobre hombre con muchos bienes de fortuna: su mujer Consuelo, sus hijos Pablo y Pancho, sus tres hijas, su primo cojo Federico, cuatro perros, un gato, una guitarra, un fusil, un caballo viejo, un carro también viejo, y un montón de sartenes y cacharros" (pág.115). Saroyan no renuncia a dibujar a Juan pobre, al primo cojo, a las hijas sin nombre y al caballo viejo; sin embargo su historia pone de relieve la riqueza del pobre y la dignidad del hispano.

A pesar de constar de varios relatos "Chiquillos" tiene una unidad que viene dada por el lugar y el carácter de sus protagonistas. Saroyan también escribió teatro y eso le llevará a poner el foco en los personajes, en los diálogos breves pero llenos de intención y en un humor chocante.