La mafia ha recibido muchos nombres desde que fuera creada hace ciento cuarenta años: la Secta, la Hermandad, la Honorable Sociedad y, hoy, Cosa Nostra. Sin embargo, mientras cambiaban los nombres y los tiempos, sus métodos, sangrientos y sutiles, han seguido siendo los mismos. Ahora, por primera vez, Cosa Nostra reconstruye la historia completa de la mafia siciliana, desde sus orígenes hasta la actualidad, desde los huertos de limones y las minas de azufre de Sicilia a las calles de Manhattan.
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Ensayo sobre la historia y causas de la Mafia o Cosa Nostra. El autor se centra en la Mafia siciliana pero también hace referencia a la asociación criminal en los Estados Unidos de América. El libro comienza con el asesinato del juez antimafia Falcone a manos de la organización. John Dickie caracteriza a la mafia siciliana como una organización criminal única –un estado dentro de otro Estado-, distribuida territorialmente con un órgano decisorio centralizado. El autor trata de desmitificar a la organización criminal. La Mafia no nació en un entorno de pobreza, como se ha hecho creer, sino en un momento de especial bonanza económica para la isla de Sicilia. Esta producía y exportaba todos los años centenares de toneladas de cítricos a los Estados Unidos; contaba con importantes fortunas derivadas de la actividad naviera y constituía un importante centro turístico en el sur de Europa. El sistema caciquil de ejercicio del poder (favores a cambio de votos) favoreció la implantación de la Mafia y dio a esta su perfil característico: Una base criminal y una cúpula “honorable” y muy bien relacionada. Los personajes públicos relacionados con la Mafia gozan de la doble condición de protectores y protegidos. El secreto y la incomunicación entre los niveles es condición de seguridad para todos. Cuando el sistema de partidos hubo de establecerse en la isla lo hizo a través de contactos con los dirigentes locales; por este procedimiento los mafiosos consiguieron tener influencia en Roma, especialmente a través de la Democracia Cristiana. Los mafiosos son, en general, conservadores y católicos por amoral que sea su actividad. El autor señala el difícil equilibrio psicológico en el que vive el mafioso. Su silencio es absoluto, aun en el círculo más íntimo y las órdenes se acatan sin preguntar las causas. Una venganza se puede demorar muchos años respecto del momento en que ocurrieron los hechos que dieron lugar a la misma, por lo que nadie puede vivir absolutamente tranquilo. La caballerosidad de la que en su momento pudieron hacer gala los jefes mafiosos es ahora agua pasada: se pueden tomar represalias contra mujeres y niños y las guerras entre familias son brutales. En la lucha contra la Mafia ha resultado decisiva la tipificación del delito de “pertenencia a asociación criminal”. Con anterioridad se podía saber que alguien pertenecía a la Mafia por su forma de vida, sus relaciones sociales o por el testimonio de los arrepentidos y sin embargo no poder imputarle un delito en concreto. La tipificación del delito de pertenencia a asociación mafiosa ha permitido juzgar y condenar a ese tipo de personas. En conclusión, la Mafia es la otra cara de la corrupción política y económica. Allí donde hay corrupción y tolerancia con el delito aparece alguien dispuesto a aprovechar las circunstancias. La Mafia siciliana es sólo el modelo más antiguo y característico de ese tipo de organizaciones criminales.