De qué hablo cuando hablo de correr

En 1982, tras dejar el local de jazz que regentaba y decidir que, en adelante, se dedicaría exclusivamente a escribir, Haruki Murakami comenzó también a correr. Ahora ya, publicados numerosos libros con éxito en todo el mundo, y después de participar en muchas carreras de larga distancia, Murakami reflexiona sobre la influencia que este deporte ha ejercido en su vida y en su obra.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2010 Tusquets
230
978-84-8383-230-1
Valoración CDL
3
Valoración Socios
2.5
Average: 2.5 (2 votes)
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Comentarios

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No puedo entender el éxito relativo de este libro. No había leído nada de este autor y es muy probable que no vuelva a hacerlo. Lo he leído porque me lo regalaron con muy buena fe. El autor pretende construir una cierta filosofía de la vida basada en la constancia en la lucha. Para mí la constancia en la lucha es el medio para conseguir un fin. Para Murakami eso es el fin. Plantea un cierto paralelismo entre su oficio de escritor y su afición a correr. Sabe muy bien que no cubre las expectativas de la vida publicar un libro, ni siquiera vender muchos ejemplares de la una obra determinada, ni tampoco ganar un maratón. Pero en realidad está convirtiendo esos pequeños hitos, la suma de esas pequeñas cosas, en el porqué de su vida. Las dos o tres veces que hace una alusión más o menos explícita de Dios es para negar su posibilidad, muy de pasada, porque no es el propósito del libro. Y como ocurre con tantas personas que no tienen sentido trascendente, da pena ver cómo su vida gira en torno a sí mismo. Ni siquiera su mujer, de quien habla muy pocas veces, forma parte de su vida. Es alguien que está ahí. Al final lo único que queda es un empeño por seguir, por realizarse, por avanzar, pero sin saber hacia donde. Yo también tuve que luchar por terminar el libro, pero lo hacía por saber cómo acababa, pero el libro no acaba.

Imagen de enc

Parece cierta la afirmación de que los japoneses tienen un carácter cerrado y que no les gusta hablar sobre sí mismos. Quizá por ello el novelista Haruki Murakami realiza en esta obra un esbozo autobiográfico con el pretexto de escribir sobre su principal afición: las carreras de larga distancia.

El autor relata algunos momentos importantes en su vida deportiva, como fue su primera maratón (cuarenta y dos kilómetros, ciento noventa y cinco metros), que corrió en solitario en Grecia, entre Atenas y la localidad de Maratón, que ha dado nombre a la prueba; ha corrido un ultra maratón de cien kilómetros, y practica el triatlón: carrera, natación y bicicleta. El corredor de fondo tiene que conocer muy bien su cuerpo y vencer la pereza que le produce el entrenamiento diario: "Sólo hay dos o tres motivos para salir a correr diariamente y cientos de ellos para no hacerlo -afirma-, por ello hay que profundizar en los primeros".

Murakami explica las reacciones de su cuerpo mientras corre y por dónde vuelan sus pensamientos; mientras tanto escucha música en su "ipod" o repite de memoria una conferencia que tenga que pronunciar. Después de correr el ultra maratón le invadió la "tristeza del corredor". El cuerpo comprende que no vale la pena hacerse sentir a través del dolor -ya que de todas las maneras se le va a exigir el mismo esfuerzo- y entonces se deja invadir por la tristeza. Este fenómeno puede durar años y el atleta no dejará por ello de entrenar, pero sin alegría. De pronto un día nota que el cuerpo ha olvidado sus penalidades y que de nuevo le apetece correr.

Durante la primera mitad del libro Haruki combina datos biográficos, deporte, literatura, reflexiones filosóficas y la descripción del entorno, consiguiendo una mezcla muy atractiva. También explica algo sobre su vocación de novelista, que relaciona con la concentración y la constancia necesarias para el corredor de fondo. Su prosa es lineal y sin complicaciones, lo que le ha ganado el menosprecio de los "escritores profesionales" y el favor del público. De pasada, muy de pasada, nos enteramos de que está casado y que no piensa en la inmortalidad del alma -por lo menos cree que tiene alma-, y por eso trata de alargar lo más posible su presente de deportista y escritor.