Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes

Leemos en el prólogo que la obra de De Quincey se compone de pequeños ensayos y artículos dispersos en revistas y periódicos. La presente selección reúne escritos de extensión muy desigual. Da título al volumen el ensayo titulado “Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes”; dividido en dos partes, fueron publicadas en 1827 y 1839 respectivamente. A continuación un breve artículo trata “Sobre los golpes a la puerta en Macbeth”. El siguiente trabajo y más extenso arrastra el título de “Suspiria de profundis”, con dos partes y distintos argumentos. Cierran la selección “El coche coreo inglés” y “La visión de la muerte súbita”.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2004 Valdemar
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La simple lectura de los títulos nos sirve de introducción a las características de ese escritor que fue De Quincey. La primera y más destacable es su sentido del humor; humor inglés que aflora ya en el título general de la obra: "Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes". Denota la erudición del autor el título latino de uno de los trabajos: "Suspiria de Profundis". En "Suspiria" encontramos el orgullo y la autoconmiseración, que siempre aquejaron al autor, en el capítulo titulado: "La aflicción de la infancia"; pero también están las páginas más brillantes en "El palimpsesto". De Quincey aparece también como un gran observador, amante de las paradojas, que son para él como una señal de identidad, y un espíritu eminentemente inglés. El orgullo y la autoconmiseración no son cualidades positivas, como tampoco lo es la impresión que produce su prosa de estar hecha para escuchar y no para leer. Es posible que la dispersión de ideas fuese producida por el laúdano (opio medicinal) al que el autor era adicto; es fácil que se escuchase a sí mismo mientras escribía e incluso resulta probable que tuviese necesidad de llenar un número mínimo de páginas para las revistas en las que colaboraba. Estas colaboraciones le permitían mantener su adicción al opio y, secundariamente, mal comer él, sus ocho hijos y su sufrida esposa. Este desarrollar ideas distintas, escasamente relacionadas, produce un efecto chocante, cómico, no siempre desagradable, pero a la larga cansado. En la primera parte del ensayo que da título al libro el autor desarrolla, entre otras, la tesis del necesario asesinato de los filósofos. En la segunda parte el autor se muestra personalmente opuesto al asesinato con el siguiente razonamiento: "Si una vez el hombre consiente en un asesinato, al poco tiempo empieza a darle poca importancia al robo; y del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y de ahí sólo queda un paso para la descortesía y la falta de puntualidad". Es la famosa paradoja de De Quincey que consiste en una inversión, en clave de humor, de un principio ascético y bíblico que el autor conocía bien: el que descuida las cosas pequeñas corre el peligro de cometer grandes errores. El volumen incluye, junto con los ensayos y fantasías del autor, un relato bastante apreciable que lleva por título "El coche correo inglés".