Dostoyevski: entre Rusia y Occidente

El conflicto y la fascinación mutua entre Rusia y Occidente es un tema que sigue vigente en nuestros días, teniendo incluso una influencia directa en los acontecimientos más inmediatos del escenario global a principios del siglo XXI. Dostoyevski retrata de manera profunda este duelo, marcado no sólo por diferentes tradiciones, sino también por numerosos prejuicios. El libro Dostoyevski entre Rusia y Occidente ilumina las claves del peculiar desarrollo histórico y espiritual de Rusia que ha ido marcando y, posiblemente, radicalizando esta compleja relación. A este respecto la obra de Dostoyevski, a medio camino entre la reflexión y la visión profética, es uno de los cauces más poderosos para comprender la riqueza de un paisaje cultural y moral que se extiende hasta nuestro presente.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Herder
376
9788425424786
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Unidas pero no iguales y de alguna manera en permanente conflicto. Mientras para Europa Rusia es la gran desconocida, de la que se teme siempre al hombre con coleta, desde la gran nación eslava se mira con recelo a Occidente, al que ven desorientado y culpable de nefastas influencias. Seguramente colea la imagen de Pedro el Grande que afrancesó totalmente la corte y la nobleza rusas al punto de que muchos cortesanos se expresaban mejor en la lengua gala que no en la propia. A ello se unió la conciencia de que existía un alma rusa que debía ser recuperada para evitar la desintegración de la nación y aún para cumplir un papel mesiánico en el mundo. La salvación, pensaban, habrá de venir de Rusia.


Tamara Djermanovic analiza esa tensión entre Rusia y Occidente a partir de Dostoyevski y, concretamente de tres de sus obras: Apuntes del subsuelo, Los Demonios y Los hermanos Karamazov. Tres grandes obras que son trabajadas individualmente atendiendo principalmente a los personajes. La autora parte de la idea de que Dostoyevski ha aglutinado en su obra las ideas principales que el pensamiento ruso ha tenido sobre la relación entre Rusia y Occidente, caracterizada siempre por una falta de diálogo. No es ajena a esa ausencia de encuentro el hecho religioso (la Ortodoxia frente al Catolicismo, que Dostoyeski cree enfermo y al que critica especialmente en la Leyenda del Santo Inquisidor) ni algunas raíces que casi se podrían calificar de irracionales. A ese irracionalismo, como alternativa al racionalismo occidental, se refiere continuamente nuestro autor.


No es el lugar de desmenuzar la obra, que ha sido trabajada con detalle y que quizás toma su origen de un estudio académico. Se nos muestran, con continuas apelaciones a los textos de las obras así como a Diario de un Escritor, aspectos ya conocidos como las honduras del alma humana, que Dostoyeski describe con tanta certeza, y el carácter profético del autor especialmente en su denuncia del nihilismo que venía sobre Rusia y Europa. Los Demonios sigue teniendo, aun cuando ahora se empiece a perder la perspectiva, el carácter de una descripción casi al pie de la letra. Sobre esas andaderas la autora desgrana con detalle el pensamiento del gran autor sobre las relaciones entre Rusia y Occidente. Dostoyeski, que pasó grandes temporadas en Europa y visitó diferentes países, es fundamentalmente un enamorado de su patria. Eslavófilo hasta la médula tiene una cierta concepción mesiánica de su país aunque no niega las propias contradicciones del pueblo ruso.


La obra nos invita a reflexionar, a la luz de los grandes autores (no se puede negar la influencia posterior tanto en Rusia como en Europa del autor de Crimen y Castigo), de la posibilidad de encuentro entre los dos grandes mundos. Aunque mientras Rusia ha trabajado a fondo por encontrar su alma, Occidente parece haberla perdido para siempre. De eso era consciente nuestro gran autor y, por ello, aunque sin ofrecer una salida al conflicto, se comprende el rechazo hacia la decadencia, tan bien predicha en su obra, que había de advenir a su muerte.


Tatiana Djermanovic nos abre una ventana para adentrarnos de nuevo en el inagotable Dostoyevski, que ejerció de notario de una época y de precursor y profeta de otra.