El cocodrilo que vino a cenar

El tercer libro de la saga que inició La ovejita que vino a cenar, que se ha convertido en todo un clásico de la literatura infantil: una historia repleta de valores como la amistad, la generosidad y la aceptación de las diferencias.

Lobo y Estofado son unos amigos muy peculiares. No todos los días se ven un lobo y una ovejita con una amistad tan firme. Al final de uno de sus paseos nocturnos encuentran un extraño huevo en el suelo. "¡Una tortilla!" piensa Lobo. "¡Un bebé!" piensa Estofado, quien decide que lo mejor es cuidar el huevo y darle calor, hasta que haga "crack" y de él salga... ¡un cocodrilo! Este libro continúa la historia de esta inverosímil pareja que descubrimos en La ovejita que vino a cenar y que pudimos conocer a fondo en Los lobos que vinieron a cenar, que se han convertido en verdaderos clásicos de la literatura infantil.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2020 Penguin Random House
32
978-84-488-5606-9

Ilustraciones de Joëlle Dreidemy

Traducción de Vanesa Pérez-Sauquillo
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Comentarios

Imagen de amd

Cada vez que leo este libro empiezo a sonreír tímidamente, ¡desde la primera página!, y mi sonrisa se va ensanchando sin parar hasta la última, donde siempre se me escapan un par de lagrimillas saladas. Y es que Estofado es capaz de llegarte al corazón con solo tres palabras. Su personaje, tierno, ocurrente y esponjoso, es el mejor compañero de aventuras de Dobo, un viejo lobo al que su cariño por la ovejita logró volver vegetariano.

Dicen que los cuentos son curativos para el alma, y sin duda todas las historias de Dobo y Estofado lo son. Pero quiero hacer especial hincapié en esta, pues la leo a menudo.  El cocodrilo que vino a cenar es de fondo una historia sencilla, que en cada página se convierte mágicamente en una entrañable historia de amistad y complicidad, de confianza ciega, de bondad, todas estas cosas que los niños de esta época necesitan ver y tocar.

Considero este cuento inolvidable y digno de leerse una y otra vez, por la plasticidad y el carácter de las ilustraciones de Joëlle Dreidemy , y el texto, tan conciso, ingenioso y divertido de Steve Smallman. Con una mención especial a la maravillosa traducción de Vanesa Pérez-Sauquillo, sin la que Dobo y Tofado no serían los mismos.

Si buscas un cuento desenfadado y creativo, capaz de romper los estereotipos, ya lo has encontrado. ¡Es este! (Reseña de Ana María Ortega Díaz).

Imagen de amd

Precioso álbum ilustrado sobre la amistad, la generosidad y la superación de las diferencias. Es el tercer libro de la serie protagonizada por el viejo lobo (Dobo) y la ovejita Estofado (Tofado), que se inició en 2012 con “La ovejita que vino a cenar” y su continuación “Los lobos que vinieron a cenar” (2019), que se han convertido ya en clásicos de la literatura infantil. En este tercer relato, una noche Dobo y Tofado encuentran en el bosque un enorme huevo. Dobo quiere hacerlo tortilla para la cena, pero la ovejita, siempre buena y cariñosa, piensa en el pobre bebé y decide buscar a su familia  preguntando por todos los nidos del bosque, aunque sin éxito. Así que, Tofado lo envuelve, se lo lleva a casa y le da calor hasta que, por fin… nace un pequeño cocodrilo, al que llamarán “Tortilla”.

Hambriento, juguetón y desordenado, el pequeño “Tortilla” revuelve toda la casa, y además causa miedo y sorpresa entre los habitantes del bosque, que no comprenden esta rara amistad entre seres tan dispares. ¿Qué ocurrirá cuando el cocodrilo deje de ser un bebé y se convierta en un hermoso reptil?  Una vez más, Steve Smallman nos conquista a todos los lectores con esta historia divertida y entrañable, en la que el buen corazón de la ovejita es capaz de superar todas las diferencias y los prejuicios del resto de los animales. La dulce ovejita con su bondad y generosidad se gana, poco a poco, a todos los personajes y también a todos los lectores, pequeños y adultos. Junto a los preciosos y divertidos textos de Smallman, destacan las maravillosas ilustraciones de Dreidemy, que convierten la obra en una pequeña joya y fascinan por su ternura: las caras y los gestos de los animales que reflejan su personalidad y su evolución a lo largo de la trama, junto a los paisajes naturales del bosque y del río, llenos de color y pequeños detalles que narran, a su vez, múltiples historias.