El desafío cristiano

Hay un cierto laicismo que ha convertido a la religión en el enemigo al que hay que expulsar del espacio público. Sin embargo, para poder funcionar el estado necesita un substrato importante de personas religiosas.
El desafío cristiano propone una recuperación de la respuesta cristiana para aportar soluciones a las necesidades sociales del hombre y la mujer de nuestro tiempo. Josep Miró i Ardèvol responde al laicismo absolutista y excluyente con una concepción de la sociedad basada en la comunidad responsable y la armonía entre libertad y responsabilidad, que recupera el sentido social de la familia, la tradición y la justicia social como valores abiertos a todos los que compartimos una herencia cultural cristiana, seamos o no religiosos.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2005 Planeta
296
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.5
Average: 3.5 (2 votes)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

2 valoraciones

Género: 

Comentarios

Imagen de JOL

¿Se puede establecer una relación entre asuntos tan dispares como el derribo de la familia, la crisis escolar, los nacionalismos, el crecimiento demográfico o la clonación de embriones? Josep Miró piensa que la raíz de todos esos problemas en la sociedad actual, está en el laicismo excluyente de la dimensión trascendente de la persona, y en particular de la presencia cristiana en la sociedad.

El conocido autor es fundador y presidente de la organización «e-Cristians» y tiene experiencia en la política. Esta obra parece ser una síntesis de su pensamiento para enfrentarse al laicismo excluyente y contribuir a configurar una sociedad más respetuosa con la persona y con la vida humana, que reconozca la aportación de los creyentes para configurar una sociedad más justa y democrática. Tiene el mérito de evitar la dispersión –aunque a veces puede resultar algo prolijo-, pero su lectura contribuye a movilizar actuaciones positivas, desde unas ideas claras, expuestas con vigor y con unas expresiones novedosas. Puede ser útil para quienes buscan una síntesis razonable de los problemas sociales, que se centran especialmente en la familia y la concepción de la sexualidad, en al madurez de las relaciones humanas y en la política laicista en la Europa comunitaria, especialmente en la España actual. Proporciona, por tanto, argumentos a profesores, sacerdotes y padres de familia para explicar la raíz de nuestros problemas y los caminos de solución.

Imagen de enc

Los católicos estamos acostumbrados a tener un cierto conocimiento de los principios teológicos y morales pero sin ser capaces de razonarlos. Por ejemplo, cualquier católico medianamente instruído sabe que el divorcio es malo o que, al menos, no está recomendado por la doctrina de la Iglesia; sin embargo no sería capaz de razonar sobre ello durante cinco minutos. Ahí está la verdadera ruptura entre razón y fe, la causa de todas las inconsecuencias posteriores y, en último extremo, el motivo por el que la doctrina católica se encuentra culturalmentes desprotegida. El mérito del libro de Josep Miró reside en un razonamiento intenso sobre las principales cuestiones disputadas de nuestro tiempo. Es especialmente meritoria su crítica del laicismo. En algún lugar se apunta la idea de que el antónimo del laicismo no es la religiosidad, sino la actuación de acuerdo con la conciencia. El laicismo presupone el relativismo moral y el relativismo la eliminación de la conciencia como principio de la acción. A continuación ésta se intenta sustituir por principios de orden cultural, utilitarista o simplemente por nada. Es lo que Miró llama la "sociedad desvinculada", aquella que no está sujeta a normas morales y en la que las leyes civiles tratan de suplir -ineficazmente por otra parte- el lugar que antes ocupaba la conciencia moral. Por poner dos ejemplos fáciles: en materia del consumo de drogas o en el de la violencia doméstica. Las grandes intuiciones del autor consisten en afirmar que el desafío actual del cristiano es un desafío cultural -en realidad todo el libro trata de ello- y que es al laicado cristiano a quien corresponde afrontarlo. Su gran virtud es la superación de cualquier complejo de inferioridad ante la cultura. La gran omisión es la Iglesia. Miró no quiere plantear cuestiones intraeclesiales, quizá porque estima que no le corresponde a él. Sin embargo el riesgo está en crear una superestructura para la participación de los católicos en la vida pública, tal como propone el autor en sus conclusiones, que no esté apoyada en las raíces del arbol. Por ejemplo Josep Miró dedica una sola página en sus conclusiones a un tema decisivo, que resume todos los demás, y que es el de la formación del laicado católico.