El final del affaire

En 1946, en un Londres en el que todavía se perciben las heridas de la guerra, Maurice Bendrix se encuentra por casualidad con el diplomático Henry Miles, a quien no veía desde hacía tiempo. Henry está casado con Sarah, con quien Maurice había tenido un affaire durante la guerra. Cuando Henry le confiesa que sospecha que Sarah le es infiel, será Maurice, empujado por la curiosidad y los celos, quien decida contratar a un detective privado para averiguar la verdad.

El final del affaire es la mejor novela de Greene y también una de las más autobiográficas. Su meticulosa indagación sobre las luces y sombras de una relación sentimental, sobre los mecanismos del deseo y de la fe y  los estrechos vínculos entre el amor y el odio, conserva hoy la misma fuerza que cuando fue publicada en 1951. Traducido de nuevo por Eduardo Jordá, El final del affaire es sin duda uno de los grandes libros del siglo XX.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Libros del Asteroide
320
9788417007805

Traducción de Eduardo Jordá
Epílogo de Mario Vargas Llosa

 

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Comentarios

Imagen de cattus

Leí la novela no hace mucho, el narrador me ha resultado un personaje muy desagradable y complicado, quizá esto haya lastrado el resto. Efectivamente la evolución de Sarah y Henry es mucho más positiva e interesante. Aunque se afirme que es la mejor novela de Graham Greene, a mí me gustó mucho más El poder y la gloria. Luis Ramoneda. Leer artículo >>

Imagen de acabrero

Se me ha hecho corta. Los personajes se hacen tan vivos que te da pena dejarlos. Con diferencias. Mauricio, el narrador y protagonista es un personaje inmoral, esencialmente egoísta. Su vida desarreglada queda patente en todo momento. También queda claro su choque frontal con todo lo que sea trascendencia, le da grima, le lleva a mentir, a ocultar. Sarah en cambio va cambiando a lo largo de la historia. Quizá sea esta la peculiaridad más notable de lo que se cuenta, aunque hay otros personajes que van tomando cuerpo según avanzan las páginas, como Henry, el marido engañado. De un poco alelado al principio va transformándose en un hombre más profundo y amable. Hay otros personajes, cordiales, de segunda fila, pero que terminan siendo protagonistas. La historia es magnífica. Es una imagen muy bien pergeñada de como el amor, el de verdad, es contrario a lo que vulgarmente termina en “hacer el amor”. Leer artículo >>

Imagen de Tusitala

Si bien Graham Greene era católico, rechazó siempre la etiqueta de “escritor católico”. En sus memorias dejó dicho: “No soy un escritor católico, sino un escritor que sucede que es católico”. Vaya eso por delante para que nadie se llame a engaño y al abordar esta novela espere encontrarse con una historia a la manera de las de Mauriac o Claudel.

La vida de Graham Greene estuvo llena de contradicciones y entre ellas no fue la menor la fama de mujeriego que, pese a su condición de esposo católico, le acompañó siempre. Conocía, por tanto, de primera mano los diferentes temas que se tratan en la novela. Porque, si bien El final del affaire comienza con Maurice, un escritor de segunda fila, contando en primera persona su historia de amor, adulterio, celos, odio y amistad, a medida que avanza el relato cabe percatarse de que el verdadero tema no es otro que el de la fe. Poco a poco la narración comienza a girar en torno a la necesidad de creer en Dios que anida en todo corazón humano, en torno al anhelo de sentirse poseído por ese Amor eterno e incondicional. Pero a su vez muestra bien a las claras las dificultades a las que se enfrenta el ser humano para lograr creer en Dios en medio del mundo, siendo la primera de ellas la propia voluntad personal; hasta el punto de que los hay que rechazan toda posibilidad de milagro, prefiriendo optar por alternativas aún más irracionales. Sin embargo, una pregunta queda latente: si el decidir no creer en Dios o renegar de Él, llegando hasta el punto de maldecirlo, no supone ya de por sí una afirmación de Su existencia.

Como es habitual en las novelas de Greene, El final del affaire destaca, además de por la eficacia de su estilo y su elaborada trama, por la creación de unos personajes de una autenticidad rayana en lo magistral. Y por encima de todos ellos sobresale el de la protagonista, Sarah, tan humana en sus virtudes y defectos, en su forma de sentir y de actuar, en sus inquietudes, que su recuerdo permanecerá imborrable en la memoria de todo lector sensible.

Evelyn Waugh dijo de esta novela: “Resulta especialmente conmovedora y bella la relación entre el amante y el marido, con una peculiar mezcla de lástima, odio, camaradería, celos y desprecio que está soberbiamente descrita. Y la protagonista es un personaje admirable”.