El perfume

En París, en 1738, nació Jean-Baptiste Grenouille. Destinado a morir en el momento de su nacimiento y a carecer de identidad, vivió y recibió su nombre en un convento. Con el tiempo llegaría a descubrir que había recibido un don extraordinario: un olfato único que le llevó a fabricar un perfume como nunca se hubiera elaborado, aquel que atrajera los corazones de aquellos que lo que lo percibiesen.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 Seix Barral
308
978-84-322-5114-6

Copy del autor de 1987. Subtítulo: Historia de un asesino.

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Imagen de JOL

Tiene su mérito literario, pero puede deformar a quien no cuente con buenos recursos morales. La bajada al abismo de la maldad, con tal de conseguir algo único, es reprobable moralmente y repugnante humanamente hablando. De todos modos el autor demuestra talento para un relato fantástico, siempre que uno sepa sustraerse a la atracción del abismo. Aquí se cumple el dicho clásico: "bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu". Aquí el defecto no es formal sino radical.

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La lectura de esta novela nos sirve para distinguir dos conceptos literariamente distintos: imaginación y fantasía. La imaginación crea historias en base a hechos de la vida real; en este sentido un relato imaginario es mejor cuanto más creíble resulta. Por el contrario la fantasía acude a aquello que ni existe ni ha podido existir, crea sus propios mundos, mejores cuanto más distintos e imposibles. La fantasía es la base de los cuentos y le viene bien un toque de emoción y de belleza. "El perfume" es una novela fantástica en la que el autor desarrolla el mundo de los aromas, bien documentado en la materia y en lo que fue la elaboración de perfumes en Francia durante el siglo XVIII. Utiliza para ello a un ser despreciable, carente de todo menos del sentido del olfato, pero éste único. Jean-Baptiste Grenouille carece de historia, de hermosura, de relevancia social, de relaciones humanas y de sentido moral. De algún modo el autor sugiere que para obtener el bien más alto es preciso reunir alcanzar la maldad más refinada, ya que el perfume que Grenoulle quiere fabricar se obtiene por la destilación de aromas humanos. Esta frialdad fantástica, esta crueldad extrema, que igual invoca a Dios como al diablo, es lo que hace desaconsejable la lectura de una novela que se considera buena literariamente. Hay una imagen única, la de la garrapata que espera durante años en el árbol, a que se acerque un ser vivo para dejarse caer sobre él.