Giovanni Papini

Breve historia de la conversión al cristianismo del escritor italiano Giovanni Papini, que vivió entre 1881 y 1956. Los siglos XIX y XX fueron pródigos en ideologías radicales que tenían como común denominador el ateísmo. Sus seguidores no eran discípulos, sino devotos, conversos y fanáticos. Arrebatado seguidor de Nietzsche, Kierkegaard y Dostoievski, Papini participó en las corrientes estéticas y literarias que recibieron los nombres de Pragmatismo, fundada por William James, y Futurismo, entre cuyos seguidores más célebres estuvo el pintor Marinetti. Para difundir sus ideas fundó las revistas Leonardo y Lacerba. Consciente de no estar cerca de su ideal, Papini abandonó la trinchera del periodismo y se retiró al campo donde escribió su primera gran obra: "El hombre acabado" (1912). El hombre acabado es aquel que ha querido ser Dios y no ha podido serlo. El periodo de conversión del escritor es largo. Comienza en 1907 a través de su matrimonio con Jacinta Giovanoli y su retirada al campo y culminará en 1919. Las palabras del escritor son dulces, íntimas, cuando trata de las circunstancias que le han conducido a la fe en medio de la campiña toscana y de un pueblo iletrado pero bueno. Consecuencia de su conversión es su segunda obra fundamental: "La historia de Cristo" (1921). Su obra literaria es larga y de desigual calidad. Falleció en 1956 pero todavía habían de publicarse dos obras póstumas: "El juicio final" (1957), su gran obra en verso inacabada; y "El segundo nacimiento" (1959), en el que Papini narra su camino hacia la fe. Esta es la principal fuente de información de Vintila Horia que publica esta biografía como "el homenaje de un cristiano a otro cristiano".

Ediciones

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1965 Escelicer
189
mkt0000030770
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“Yo nací con la enfermedad de la grandeza” –escribe Papini en “El hombre acabado”. En su infancia se ve “solo y diferente, (…) siempre separado, meditando, (…) terriblemente antipático a todos. Desde esa edad –concluye- comienza mi guerra con los hombres”. Esa guerra se va a plantear en el ámbito de la literatura y de la estética, de la filosofía social y política y del radicalismo antirreligioso. Su amigo Giuliotti afirma: “Escribe en estos momentos cosas abominables, pero es un inquieto, un descontento que acabará por volver a nosotros”; y en 1917 dice de él que es “un hombre descontento del diablo, destinado inevitablemente a ser presa de Dios”. Papini, una vez convertido, sigue siendo un radical. Toma partido contra todas las ideologías del momento a las que considera “religiones para el uso de irreligiosos”. Vintila Horia añade: “Papini fue uno de los factores que impidieron el pulular de las pseudo-religiones. Fue uno de los fundadores de la edad de la duda que precede a la conversión a la verdadera fe. A través de él los jóvenes de mi generación comenzaron a dudar de manera lógica de todas las ideas que los periódicos y los falsos monederos de las ideologías nos presentaban como metas definitivas para la humanidad”. Después de su conversión Papini se sigue dedicando a la crítica social y literaria y hace filosofía de la historia y de la cultura. Lo hace en obras como “Cartas a los hombres del papa Celestino VI” (1946); en su excelente “Vida de Miguel Ángel en la vida de su tiempo” (1949) y en su gran obra inacabada, “El juicio final” (1957), que se publicará al año siguiente de su muerte.