La tercera república francesa

La IIIª República francesa fue proclamada en 1870 como consecuencia de la derrota de Napoleón III en la guerra franco-prusiana. Se mantuvo hasta la invasión alemana de Francia, en 1940, a comienzos de la Segunda Guerra Mundial. En 1935 habían transcurrido 66 años desde su constitución y el historiador y ensayista Jacques Bainville se pregunta por las razones que la habían permitido mantenerse durante tanto tiempo.

Sin embargo, la República había sido de todo menos tranquila. Nació de una derrota que le costó a Francia las provincias de Alsacia y Lorena. Inmediatamente tuvo que afrontar la rebelión de la Commune de París (1871). Fueron asesinados dos de sus Presidentes (Carnot en 1894 y Doumer en 1932). La agitaron escándalos como el de la Sociedad del Canal de Panamá (1888) o el caso Dreyfus (1894); casos de corrupción afectaron a las más altas instancias, como el de Daniel Wilson (1887) o el del banquero Stavisky (1934). Sobrevivió a una derrota colonial en Indochina (1885); conspiraciones masónicas, monárquicas o personalistas, como la que se formó alrededor del general Boulanger (1887); a una ruptura del Concordato con la Santa Sede, supresión de la enseñanza religiosa, expulsión de las Ordenes y una Ley de Asociaciones que ponía a la Iglesia Católica bajo la tutela del Estado (1904). Sobrevivió a la Iª Guerra Mundial (1914-1918); a dos pánicos bancarios (1926 y 1934) y en todo momento a la presión de Alemania, que se materializó en tres invasiones del territorio francés.

Para el autor la explicación de la pervivencia de la IIIª República estuvo en su adaptación al perfil sociológico de la sociedad francesa. Para el autor las instituciones nunca se enfrentaron a la opinión pública, los republicanos fueron prudentes en la victoria y cuando gobernó el centro-derecha aplicó las ideas del centro-izquierda (pág.231). Sorprendentemente su primer Parlamento fue monárquico y de extracción rural. Evolucionó hacia una mayoría republicana y radical que desarrolló una política de orden y estabilidad económica. La mayoría republicana pronto integró en su seno a los socialistas moderados como Briand o Poincaré, e incluso a extremistas como Gambetta o Clemenceau.

Bainville explica cómo la constitución republicana favoreció la estabilidad: La designación del Presidente de la República por las Cámaras y un Senado elegido por las Entidades locales, actuaron como freno de los impulsos revolucionarios. Los miembros del Parlamento fueron elegidos en ocasiones por distritos y en otras ocasiones a través de listas y sistema proporcional, sin que ello influyese significativamente en la composición de la Cámara. Por último, contribuyó a la estabilidad la prosperidad económica, que integró a la burguesía media y alta en el sistema republicano.

Sugiere el autor cómo dos cuestiones no resueltas por la República fueron la política anticlerical, que estuvo inspirada por la masonería, y la falta de una política de defensa, que permitió que el país fuera sorprendido indefenso por dos veces ante Alemania (1914 y1936). En la medida que todas estas cuestiones puedan ser aplicables a la política española actual es interesante conocerlas.