Los 39 mártires de 1934 en España

Después de la Introducción centra la primera parte en la revolución de 1934 en Asturias en el contexto nacional e internacional, con los primeros mártires del siglo XX en España

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El autor dirige la colección Mártires del siglo XX y dedica esta obra a esos primeros mártires de la revolución en Asturias. La serie Maior ofrece una visión histórica y teológica de conjunto, y la Minor -a la que pertenece esta obra- destaca la figura de algunos mártires en sus rasgos personales o en relación con otros mártires del pasado siglo.

Destaca Martínez Camino que son «mártires españoles del siglo XX» y no de la guerra civil pues ninguno combatió y lo fueron en 1934 antes de estallar la guerra. La revolución que comenzó en Asturias fue impulsada por sindicatos socialistas y anarquistas, y murieron unos 1200 en Asturias.

Después de la Introducción centra la primera parte en la revolución de 1934 en Asturias en el contexto nacional e internacional, con los primeros mártires del siglo XX en España. Recuerdo que la Constitución de 1931 abrió las puertas a la persecución de la Iglesia, ilegalización de los jesuitas, prohibición de la enseñanza a las instituciones católicas y la incautación de sus bienes.

En la segunda parte presenta a los mártires de Turón, (Asturias) de 1934, en total 39, de ellos 37 eclesiásticos y dos civiles: Hermanos de la Salle, seminaristas de Oviedo, sacerdotes diocesanos asesinados. Los seglares asesinados fueron el siervo de Dios Marcelino Oreja Elósegui, en Mondragón; y Rafael del Riego y de Ramón. Todos estos 39 mártires son testigos de Jesucristo que murieron perdonando, fueron víctimas del odio a la fe, a la Iglesia y a Dios. Esta revolución en Asturias fue el preámbulo de la persecución religiosa que estalló en 1936 y fueron 10.000 mártires, de ellos 7.000 eclesiásticos y unos 3.000 civiles por causa de la fe católica.

El autor incluye al final la referencia a textos oficiales de la Iglesia, y la relación de esos 39 mártires con sus nombres y breve semblanza; también los que aún no están beatificados, así como referencia a estudios de diversos analistas nacionales e internacionales, y además testigos contemporáneos a la revolución, un elenco según las fechas del martirio, y una importante bibliografía sobre la revolución de 1934. En suma, una pequeña obra muy trabajada que se lee con interés y agrado.

Finalmente, cuando la Iglesia reconoce a los mártires no se centra en el escarnio que sufrieron sino en el ofrecimiento de sus vidas y el perdón hacia sus verdugos. Como bien dice al principio Mons. Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, al celebrar la memoria de los mártires la Iglesia desea ser sembradora de humanidad y reconciliación, siendo presentada como valor heroico de la fe en Jesucristo.