Los huevos fatales

Publicada en 1925, es una de las primeras obras del escritor ruso, que prefigura ya lo que será su producción posterior, en la que se acrecienta su burla anticomunista. En 1928 el profesor Pérsikov, director del Instituto Zoológico del Moscú y experto mundial en batracios, queda perplejo al ver a través del microscopio cómo unas amebas se reproducen a velocidades supersónicas. La causa del furor reproductor está en un rayo luminoso cuyas propiedades se desconocen todavía. Paralelamente, una peste avícola asola las granjas de Rusia y termina con todas las gallinas. El rayo mágico es la única esperanza de que dispone el país para recuperarse del desastre. Pero una confusión hace que se incuben huevos de reptiles: la catástrofe resultaría cómica si no fuera cósmica. Narrada en clave satírica, esta novela contiene muchas denuncias irónicas de distinta especie dirigidas a diestro y siniestro: la frivolidad de la profesión periodística, la torpeza de las autoridades civiles y militares, la estupidez de las masas, que pasan con extraña facilidad del entusiasmo al pánico, las manías de los científicos, que siempre son los últimos en enterarse de lo que sucede realmente.

Ediciones

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De fondo, lo terrorífico sirve de contraste a la dura realidad del materialismo soviético, introduciendo un elemento que desequilibra de modo definitivo la racionalidad y el orden. Inspirándose en La guerra de los mundos de H. G. Wells, Bulgákov construye una alocada y desmedida obra de ciencia-ficción que parecería un chiste si no se reparara en el tiempo y en el lugar y las circunstancias en que fue escrita.