Los perros duros no bailan

Relato acerca de la vida del Negro, un perro cruce de mastín y fila brasileño. Negro había sido un perro de pelea, después guardián en casa de su amo, y ahora, retirado del trabajo, frecuenta un abrevadero donde escucha conversar a Agilulfo, el perro filósofo, a Teo y a Boris. Teo, un sabueso rodesiano, es el mejor amigo del Negro, y Boris, conocido como el Guapo, es un lebrel ruso, un perro doméstico al que sus dueños llevan a exposiciones y concursos por su buena figura.

El título, Los perros duros no bailan, hace referencia a los perros domésticos que bailan alrededor de sus dueños para que les acaricien, les den golosinas o algo de comer. Negro, por su raza y su historia, no necesita bailar para nadie, le basta con hacerse respetar y recuerda que es descendiente de lobos, que viven salvajes y sin amo.

Teo y Boris han sido robados, secuestrados por una tribu de calós que dedican al Guapo al cruce con perras de pedigrí, a fin de obtener hermosas crías para su venta. A Teo lo han dedicado a la lucha, ha olvidado su educación como animal de compañía y está dispuesto a matar o morir en las peleas, un escenario que el Negro conoce bien.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2018 Alfaguara
160
978-84-204-3269-4
Valoración CDL
3
Valoración Socios
2
Average: 2 (1 vote)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

1 valoraciones

2
Género: 

Comentarios

Imagen de enc

Nos encontramos ante un relato breve -ciento sesenta páginas-, cuyos protagonistas son perros. La moraleja o conclusión del mismo es la crueldad de las peleas de perros, que al parecer, todavía se practican en algunos ambientes marginales pese a estar prohibidas por la ley. Estas peleas, igual que las de gallos, van acompañadas de apuestas por parte de los espectadores y ponen de relieve la crueldad de estos y la dignidad de algunos animales.

Para entrenar a los perros de pelea sus amos roban aquí y allá canes abandonados e incluso domésticos, que se ponen a su alcance. Los sparring pueden sobrevivir uno o dos enfrentamientos, pero si los superan es posible que ellos mismos sean empleados como perros de pelea. Es el caso de Teo, el sabueso rodesiano, que ha olvidado su educación como mascota y está dispuesto a matar o morir.

Pérez-Reverte es un buen contador de historias, pero conocemos su estilo, no tiene nada de literario sino que utiliza un lenguaje llano y coloquial y no se reprime de utilizar solecismos, los que conocemos como tacos o palabras gruesas.

¿Es recomendable este libro? Se lee fácilmente, pero hay muchos otros libros juveniles menos crueles, y estoy pensando en Kipling, Julio Verne o Karl May. Kipling tiene algunos relatos en los que los protagonistas son elefantes, caballos e incluso las máquinas de tren que pasan la noche en el apartadero de una estación de ferrocarril. Creo recordar un cuento de El libro de las selvas vírgenes, en el que los protagonistas son dos perros esquimales extraviados en medio de una tormenta de nieve.