Una lectura atenta del evangelio nos muestra que Jesús no solo hizo y dijo muchas cosas. Como cualquier persona -era Dios y hombre- tenía una forma de ser, una personalidad, y eso se reflejaba en la manera de tratar a los demás, de hablarles e, incluso, de mirarles. La mirada de Jesús hacía que se sintiesen queridos, con ganas de ser mejores y, en muchas ocasiones, incluso les llevaba a dejarlo todo y seguirle.
El autor parte de esta idea y plantea dos preguntas a los chicos jóvenes entre 13 y 16 años y a quienes se ocupan de su formación cristiana: ¿Te gustaría tener la mirada de Jesús? ¿Te gustaría querer a todos de esa manera? La única forma de conseguirlo es imitar su mirada y su vida limpia, así como su forma de actuar y sus sentimientos. Solo de esta manera, uno llega a ser mejor amigo y, sobre todo, a estar más cerca del Padre. Lo prometió el propio Jesús: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios" (Mt. 5, 8).
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Un libro breve, pensado para
Un libro breve, pensado para los adolescentes, con una lectura sencilla pero de gran interés, teniendo en cuenta las dificultades tan importantes que surgen en la vida de estos jóvenes en lo que se refiere a la castidad. Si lo leen los padres, seguramente verán la conveniencia de aconsejárselo a los hijos. El autor explica con detenimiento los aspectos de la enseñanza de la Iglesia y las dificultades que pueden encontrarse. Muy útil.