Mis siete vidas

Autobiografía de José María García Escudero. El autor la divide en militar, jurídica, periodística, cultural, cine y teatro, católica y espiritual. Por su condición de militar, no incluye en su relación el aspecto político, que sin embargo desarrollará ampliamente.

García Escudero había militado en su juventud en Falange Española. Después de la guerra fue Director General de Cine y Teatro en dos ocasiones, la más importante con Fraga Iribarne; publicó un buen número de libros, fue editorialista en el diario Ya, historiador y escritor político.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1995 Editorial Planeta, S.A.
512
84-08-01466-8

Sub: De las brigadas anarquistas a juez del 23-F

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Si alguien desea conocer cómo vivimos el franquismo los que pasamos parte de nuestras vidas bajo ese régimen político Mis siete vidas ofrece una visión de parte, pero bastante completa de aquella época.

García Escudero nació en Madrid, en 1916, en una familia católica. Su padre era sastre y pertenecía a una agrupación carlista. Fue asesinado en 1936 sin que llegara a saberse quién lo denunció ni porqué. Estudiante de derecho y periodismo, García Escudero se alistó en una Brigada anarquista con la intención de cambiar de bando a la primera oportunidad. Lo consiguió en 1938 y en la zona nacional o sublevada -según se prefiera- alcanzó el grado de alferez provisional.

Terminada la contienda, el autor aprobó la oposición al Cuerpo Jurídico del Ejército del Aire y la de Letrado de las Cortes. Como periodista colaboró en los diarios Arriba, Ya y ABC. Cinéfilo, fue Director General de Cine y Teatro con Fraga Iribarne en el periodo 1962-1968. En esa época se aprobó la Ley del Cine y señala el autor como procuró aliviar las ataduras que imponía la censura al septimo arte. El cine español ocupa una gran parte del libro (caps.10-14), ya fuera en su época de Director General como luego de presidente de la empresa pública Cinespaña, dirigida a publicitar el cine español en el extranjero.

El autor hace un dibujo de la vida cultural en la época de Franco (cap.7). En el libro aparecen nombres tan significativos como Berlanga, Bardem, Summers, Saura o Edgar Neville. En el semanario El Español -escribe citando a su director, Juan Aparicio- publicaron "más de mil escritores del régimen y el contra-régimen, muchos procedentes de los campos de concentración y de las cárceles" (pág.168), sin que a nadie se le preguntase por su vida anterior. "Una antología de Indice y de otras revistas -concluye- supondría una auténtíca revelación. No se tiene ni idea de lo que en ellas se decía ni de la libertad con que se hacía" (pág.187).

Sobre Franco dirá algo que para mí es importante y ordinariamente es silenciado, que el dictador colaboró en la transición con tres aportaciones decisivas: el desarrollo económico de los años sesenta, la Ley Orgánica del Estado que previó la restauración de la monarquía y la misma persona de don Juan Carlos, que moviéndose entre el dictador y su propio padre, don Juan de Borbón, hizo posible la democracia que con violencia nunca se hubiera conseguido (pág.378). Reproduce las palabras del historiador británico Paul Preston, el cual afirmaba que Franco "no sería tan mediocre cuando se mantuvo en el poder durante cuarenta años".

Escudero nos habla de una cierta autocrítica en la Iglesia (cap.8) que sitúa temporalmente en los años cincuenta. Afirma que la Asociación Católica Nacional de Propagandistas -a la que él mismo pertenecía- "había significado la modernización del catolicismo español" (pág.484). De Pablo VI dirá que tuvo que "gobernar la Iglesia durante el delicadísimo posconcilio sin que se partiese en dos" (pág.446). Alaba al episcopado español por aceptar la dirección que el Concilio había marcado (pág.214) y afirma que el cardenal Tarancón "en diez años puso del revés a la Iglesia española" (pág.424); esto nos parece una exageración que ni siquiera beneficia al destinatario de la supuesta alabanza.

Lo más importante del libro es la llamada a la convivencia entre los españoles. El autor opina que la represión de la posguerra fue una ocasión perdida para la reconciliación. En 1975 -todavía vivía Franco- García Escudero publicó su "Historia política de las dos Españas" (cap.16); en élla denuncia "la dramática incapacidad de los españoles para convivir en paz" (pág.383). Con Marañón define el liberalismo como la "disponibilidad constante para entenderse con los demás" (pág.156) y recuerda que "la mitad más uno no puede reducir al silencio a la mitad menos uno; la democracia supone el respeto de las minorías" (pág.455). Sobre el futuro de España manifiesta "un escepticismo esperanzado" (pág.388).

No es posible resumir todas las cuestiones de las que trata este libro. Resulta interesante para los que vivimos -aunque fuera parcialmente- aquella época y su lectura nos hace recordar el aforismo según el cual "los pueblos que no aprenden de su historia se ven obligados a repetirla". Sería bueno que las generaciones posteriores a 1975 aprendieran algo del binomio república-franquismo: seis años de revolución que dieron lugar a cuarenta de dictadura.