Nos quieren muertos

Historia del político venezolano Leopoldo López Mendoza (Caracas, 1971), que estuvo en la oposición a Hugo Chaves y a su sucesor Nicolás Maduro.

Cofundador del partido Voluntad Popular, entre 2000 y 2008 ejerció como alcalde del distrito caraqueño de Chacao. Postulado a la alcaldía de Caracas, Chaves mandó inhabilitarlo para cargo público, acusándole de corrupción. En 2013 denunció que la elección de Maduro como sucesor de Chaves había sido fraudulenta, por lo que al año siguiente fue recluído en la prisión de Ramo Verde. Acusado de conspiración y violencia fue condenado a catorce años de cárcel, cumpliendo tres años y medio sujeto a todo tipo de vejaciones. En 2020, un levantamiento militar contra Maduro, que resultó fallido, permitió sin embargo a Leopoldo refugiarse en la embajada de España y salir del país.

La vida de Lilian Tintori, esposa de Leopoldo, ha sido tan comprometida como la de su esposo; fue su voz durante el tiempo que éste estuvo en prisión, viajó al extranjero para dar publicidad a los presos políticos en Venezuela y se exilió en España con Leopoldo, los hijos de ambos y los padres del político.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2023 Espasa-Calpe. S.A.
565
978-84-670-6977-8
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Cuando uno comienza a leer este libro sobre el político venezolano Leopoldo López, su esposa Lilian Tintori y sus colaboradores, se sinte orgulloso de que todavía existan héroes, individuos que con la sola fuerza de sus convicciones se enfrentan a un poder que los supera; pero después nos invade la tristeza: ¿Es posible que en los países de habla española seamos incapaces de convivir en paz?

Escribe de Venezuela Javier Moro que es "un país sumido en un clima de guerra civil perpetuo, cuya historia política se había caracterizado por la intranquilidad, la permanente vigilia y el desasosiego" (pág.10). Podemos añadir que se trata de algo demasiado frecuente en los países hispanos, incluido el nuestro. A la oposición venezolana le tocó enfrentarse con Hugo Chavez, Presidente entre 1999 y 2013. Militar, se encontraba en prisión por un intento de golpe de Estado cuando el primer mandatario de entonces, el democristiano Rafael Caldera, lo indultó "como parte de un acuerdo celebrado con sectores de izquierda" (pág.13).

En 1999 Chaves se presentó a las elecciones con el apoyo de determinados intelectuales y empresarios; afirmaba "que no era socialista, que no habría expropiaciones y que consideraba a Cuba una dictadura". El autor se lamenta: "Todo mentira. Nada más acceder al poder se dedicó a destruir la democracia, modificar la Constitución a su favor, disolvió el Congreso, despidió a los jueces y reemplazó a las personas que encabezaban los poderes públicos" (pág.13); también limitó la libertad de expresión de los medios y los periodistas y politizó a la fuerza pública. (pág.14).

Chavez era hijo de maestros, pero lo habían criado sus abuelos en una choza con piso de tierra y se incorporó al ejército para escapar de la pobreza. Cuando en 2013 falleció de un cáncer, había designado como sucesor a Nicolás Maduro, guardaespaldas, vigilante del metro y conductor de autobuses. Su vicepresidente era el capitán Diosdado Cabello, acusado de narcotráfico, que se consideraba el cerebro gris del régimen. Pertenecían al Gobierno los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, hijos de un guerrillero torturado y muerto años antes en prisión, y el Defensor del Pueblo era Tarek William Saab que dijo a Lilian Tintori: "Ustedes nos hicieron daño en el pasado, ahora nos toca a nosotros" (pág.452).

Frente a ellos encontramos a Leopoldo López, que procedía de una familia tradicional de Venezuela. Su abuelo materno, Eduardo Mendoza, había sido ministro con Rómulo Betancourt y cuenta Leopoldo como "supo instilar en sus nietos el amor a la tierra, a la tradición y al pueblo llano". Los fines de semana llevaba a sus nietos al campo donde "nos metía en las chozas y pasábamos tiempo con los campesinos; él les preguntaba sobre sus vidas, quería saberlo todo. Así fuimos tomando conciencia de la tremenda desigualdad que había en Venezuela y de la necesidad de cerrar esa brecha. La pobreza, la miseria a veces extrema que vi de niño con mi abuelo fue lo que acabó de meterme en política" (pág.203).

El más directo colaborador de Leopoldo, Carlos Veccio, era hijo de una maestra y un campesino. Economista, después de haber cursado brillantemente sus estudios en los Estados Unidos con una beca Fulbright, había recibido una estupenda oferta de trabajo de la multinacional petrolera Exxon, pero la rechazó porque "quería devolver algo de lo que mi país me había dado en términos de educación". Consideraba además que "si la gente buena, honesta y preparada no se mete en política, se la dejamos a los peores" (pág.91).

Maduro había dicho: "Lo que no consigamos con los votos lo conseguiremos por las armas" (pág.453); al director de la Fuerza de Acciones Especiales le dio la siguiente instrucción: "Maten a quien tengan que matar, que los muertos vienen a cuenta mía". El director, Rafael Bastardo, reconoció a Leopoldo: "Estamos matando una media de sesenta personas a la semana y me pesan demasiado las muertes, no puedo más" (pág.501). Sin embargo, se justificaba alegando que él se limitaba a cumplir las órdenes.

Luis Almagro, Secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), antiguo Ministro de Asuntos Exteriores de Uruguay, visitó Caracas donde Lilian Tintori le hizo entrega de una lista con los jóvenes y compañeros de partido asesinados; el diplomático hizo una declaraciones muy duras en contra del régimen chavista, pero señala como a sus compañeros de la izquierda les costaba admitir lo que estaba ocurriendo: "Hasta mi Presidente, Pepe Mújica -se queja-, que sabía perfectamente lo que pasaba en Venezuela, seguía defendiendo el chavismo" (pág.332).

Cuando Leopoldo, ya exiliado en España, se entrevistó con el Presidente Pedro Sánchez, éste le preguntó por qué Maduro se mantenía todavía en el poder a lo que el venezolano respondió: "Maduro sigue en el poder por el apoyo militar de Rusia, de China en el aspecto financiero, de Irán en el energético, de Cuba en la seguridad y de Turquía en el tráfico del oro. Maduro es parte de un engranaje mundial más grande que el propio Maduro" (pág.553). No puede dejar de impresionarnos el hecho de que Rusia siga teniendo la misma política exterior que la URSS, que China haya abrazado el sistema capitalista y que Turquía pertenezca a la OTAN, organismo democrático para la defensa común de Occidente.

Nos encontramos ante un libro muy largo, fuerte en muchos momentos, pero didáctico y útil para quien esté dispuesto a sacar de su lectura unas conclusiones propias.