Paternidad robada

¿Pueden las madres prescindir de los hombres en la crianza de sus hijos? ¿Qué futuro les espera a las nuevas generaciones de huérfanos de padres vivos?

Desde la Revolución del 68, la evaporación de la figura paterna va en aumento. Privada cada vez más de su peso simbólico, parece remitirnos a una imagen obsoleta, cuando no perjudicial, para el desarrollo y crecimiento de los hijos... Un presumible estorbo para muchas madres que desacreditan la sensibilidad del padre al considerarla un código no apto para el nuevo milenio. ¿Una mutación antropológica?

En las últimas décadas se ha producido un aumento de problemas sociales como la violencia doméstica, los abortos de adolescentes, la agresividad juvenil, el fracaso o abandono escolar... y un factor común parece anidar en el origen: la ausencia paterna. Se trata de niños y jóvenes huérfanos de padres vivos ausentes -física y emocionalmente- pero, sobre todo, simbólicamente. Una epidemia propia de sociedades que han encauzado de forma incorrecta la modernidad y que considera prescindibles a sus progenitores masculinos con efectos devastadores. Asistimos, así, a una regresión postpatriarcal que experimenta todo Occidente y pone en peligro nuestra civilización.

Estas páginas se apoyan en teorías de científicos expertos en la materia que cuestionan el discurso hipermoderno según el cual, los hombres, son prescindibles de la educación y crianza de sus hijos. Pretende ser un sincero homenaje a los padres que ansían disfrutar de su función en plenitud, no según modelos patriarcales obsoletos sino adaptados a las nuevas exigencias sociales. Existe una masculinidad auténtica, plena y equilibrada que alimenta las facetas válidas del pasado y se enriquece con la sensibilidad, el afecto, la empatía y la expresividad emocional. ¿Podremos satisfacer el hambre de padre que tienen muchos hijos? ¿Comprenderán algunos sectores femeninos el beneficio de la figura del hombre?
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2021 Almuzara
272
978-84-18578-23-6
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María Calvo ofrece un valiente alegato, bien fundamentado en la experiencia de psicólogos y sociólogos, y bien documentado en una serie de datos estadísticos que ponen de manifiesto la incidencia nefasta de la marginación del hombre en la familia, en el hogar, y que se va abriendo paso en una sociedad de la mano de un feminismo mal concebido que pretende imponer una imagen del hombre a hechura del estereotipo femenino, sin considerar las diferencias naturales que configuran el ser hombre y ser mujer, diferencias que se complementan para fundamentar la familia y la sociedad.

Analiza pormenorizadamente el papel del padre con relación a los hijos, que es diferente y complementario al de la madre; pone de manifiesto la importancia de la manifestación masculina del padre, crucial tanto para la formación y desarrollo de los hijos varones y también para el de las hijas.

Documenta exhaustivamente las consecuencias que tiene para el desarrollo de los hijos la falta del padre, o del varón que le sustituya, en las tareas específicas. Consecuencias que se hacen notar no solamente en la familia sino también en la sociedad.

Pone el acento entre la diferencia del varón y la mujer, y el grave perjuicio de la tendencia actual de anular y prescindir del varón en la familia en aras de una feminización de la sociedad, lamentando que las autoridades solo fomenten la valorización de la mujer en detrimento de la anulación del ser masculino del hombre, presentando, en el mejor de los casos, una imagen feminizada del hombre.

Desde la revolución del 68 la figura paterna se ha ido diluyendo hasta considerarse por muchas madres como un estorbo, desacreditando la sensibilidad del padre hasta considerarla un código no apto para la postmodernidad.

Se necesita un cambio de mentalidad, afirma la autora, que valorice una maternidad auténtica, plena, equilibrada, enriquecida con la sensibilidad y afecto, la empatía, y la expresividad emocional que pueda satisfacer el hambre de padre que, como ha mostrado la autora, tienen muchos hijos; y permite abordar en su raíz, la ausencia paterna, los problemas sociales como la violencia doméstica, los abortos de adolescentes, la agresividad juvenil, el fracaso o abandono escolar, etc., que prolifera entre niños y jóvenes huérfanos de padres vivos ausentes.