A plena luz

La historia del ladrón que nunca disparó una bala.
Esta es una historia real. Una historia que empieza y acaba en un día. Una historia que dura una vida. ¿Se puede revivir una vida en un día? Sucede en Nueva York. El día de Navidad de 1969. Y su protagonista es Willie Sutton, el Robin Hood de Brooklyn, el Gandhi de los gánsteres. Esta historia son tantas historias. Todas verdad. O quizá no. Es una historia de astronautas y de sirenas, de policías y ladrones, de magnates y jardineros. Es una historia de fugas, una historia de libros, de los que cambian la vida y es una historia de la libertad reencontrada y del amor buscado. Willie Sutton quiere su historia. Tiene un solo día, pero la suya va a ser una historia memorable.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Duomo Ediciones
480
978-84-16261-39-0

Traducción de Juanjo Estrella González

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Novela sobre la vida del famoso atracador de bancos norteamericano William Francis Sutton Jr. (Brooklyn, Nueva York, 1901 – Spring Hill, Florida, 1980). Más conocido como Willie Sutton, alias el Actor (por sus múltiples disfraces), también fue considerado el “Robin Hood de Brooklyn” por robar a los ricos y mantener siempre un código ético en sus atracos (aunque nunca repartió el dinero entre los pobres). Hijo de inmigrantes irlandeses, su carrera como delincuente comenzó a edad temprana en los años 20 y, durante cuatro décadas, perpetró cientos de robos, especialmente en bancos y joyerías. Según se recoge en la novela, planeaba sus atracos al milímetro: analizaba el lugar, estudiaba a los trabajadores y sus hábitos cotidianos, e incluso se aprendía sus nombres y datos personales para infundirles miedo durante el asalto. Casi nunca iba armado y, si llevaba pistola, solía estar descargada: por esta razón, se dice que en sus robos nunca hubo disparos y nadie resultó gravemente herido. Fue apresado en varias ocasiones y sufrió tres largas condenas en la cárcel (casi media vida), donde dedicó gran parte del tiempo a la lectura de la Biblia y de los clásicos (Sócrates, Cicerón…). En la última de ellas, estuvo encerrado durante 17 años y consiguió finalmente la libertad a causa de su grave estado de salud. Todas estas circunstancias, a pesar de sus actividades criminales, conquistaron el cariño de la opinión pública, de sus compatriotas, gente del pueblo que lo consideraban un héroe (o antihéroe) nacional.

En cuanto a la estructura de la novela, la acción se desarrolla en tan solo dos días de la Navidad de 1969 para narrar la historia de toda una vida. Así, el 24 de diciembre, Willie Sutton (ya con 68 años de edad) es puesto en libertad en la prisión de Attica con un billete y dos cheques estatales para poder llegar a Nueva York. Allí le esperan un reportero y un fotógrafo, con los que ha firmado una exclusiva para contarles su vida. Siguiendo un plano diseñado por él mismo, los tres recorrerán los sitios más emblemáticos de la ciudad, en los que Sutton rememorará los hechos más importantes de su historia: la casa familiar, el colegio, su primer trabajo, su primer amor, sus primeros delitos, etc. Estas rememoraciones del pasado que se alternan con los diálogos de los personajes en el presente de 1969 (en letra cursiva), constituyen el eje de la narración y son uno de los grandes aciertos de la novela.

Así pues, se trata de un relato, mezcla de realidad y ficción, en el que se han utilizado todos los escritos y documentación (oficial y personal) que se conservan sobre este atracador, incluidas las dos autobiografías que él escribió (I Willie Sutton y Where the Money Was), en las que cuenta hechos que se contradicen entre sí. Como afirma el autor J.R. Moehringer, a pesar de todas las investigaciones realizadas para la elaboración de la novela, Sutton “era incognoscible… y sigue siendo un misterio absoluto”. Finalmente, falleció en Florida a los 79 años de edad, ya retirado, después de aprovechar sus conocimientos como asesor de seguridad y de participar en la campaña publicitaria de un banco (ironías del destino).

Por último, conviene resaltar que a lo largo del relato hay algunas escenas de gran violencia, unidas a otras de sexo explícito (probablemente, poco agradables para algunos lectores). A pesar de la fascinación y del misterio que ejercen este tipo de personajes, Moehringer en diversas presentaciones de la novela  ha explicado: “No creo que sea un héroe, no en el sentido tradicional, no. No tengo especial apego por los criminales, más bien al contrario”. Aunque la gente lo veía como un justiciero, Sutton se metió en el mundo de la delincuencia para “amasar” su propia fortuna, por su propia avaricia, que lo condujo al desastre personal.