Realidad de Cataluña

El autor desarrolla la tesis de que Cataluña no es una región española, sino un caso único y especial, una nación con su historia, lengua, literatura y modo de ser propios que ha terminado incluida en una unidad política distinta que es España.

Serrahima toma ocasión de una serie de artículos publicados por Julián Marías en El Noticiero Universal, de Barcelona. Estos vieron la luz bajo el título común de Consideración de Cataluña y posteriormente se publicaron como libro. Serrahima considera que Marías no ha acertado con la realidad catalana y que "es absurdo esperar comprensión y entendimiento sin llegar antes a una plena aceptación de las realidades tal como son".

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2002 Déria
160
978-84-9540-014-7

Subtítulo: Respuesta a Julián Marías. Edición original de 1966.

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El autor reacciona contra la consideración que hace Marías de Cataluña como una región española. Pregunta ¿pueden considerarse Escocia y Gales como regiones de un país? La respuesta es no y lo mismo hay que decir de Cataluña. Serrahima establece un paralelismo con Portugal. Señala cómo este país supo mantener su identidad frente al asimilacionismo de España, algo que no ha logrado Cataluña. También cita a Hungría, Polonia, Grecia o Irlanda que han recuperado su identidad política a pesar de haber estado, durante largos periodos, incorporadas a otras entidades políticas. Es por todo ello -concluye- por lo que no se puede igualar a Cataluña con regiones españolas como Murcia o Extremadura.

Continúa Serrahima afirmando que España tiene dos capitales, Madrid y Barcelona. Pienso yo que ahí está parte del problema, Barcelona no está dispuesta a ser tomada por una ciudad de provincias por detrás de Madrid de la que se considera superior -y probablemente lo es- en lo económico, cultural, social e incluso deportivo. Escribe: "Cuando Cataluña mira a Europa tiene a España a sus espaldas", o también: "Para muchos catalanes la España no catalana es poco más que un nombre y un aparato estatal" (pág.34). También Nueva York es superior a Washington; Sao Paolo a Brasilia; y Amsterdam a La Haya, ¿y qué?

El autor cita a Antonio Machado cuando el poeta escribía A orillas del Duero: "Castilla miserable, ayer dominadora/ envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora" (en pág.146). Veo yo que aquí está la verdadera diferencia entre Cataluña y el resto de España: el español tiende a vituperar -"desprecia"- su propia tierra, en tanto que para el catalán la suya es prácticamente la mejor de Europa y, en todo caso, de la Península: "Un pequeño pueblo de unos cuantos centenares de miles de habitantes -escribe- produjo una gran literatura, al nivel de las más grandes de su época" (pág.99). Resulta obvio señalar que, para entablar un diálogo "cordial y profundo" no es lo mejor comenzar citando los versos de Machado que corresponden a otra época histórica. Pero a los castellanos se les puede ofender impunemente y luego decir que se desea una convivencia armoniosa y pacífica.

Para Julián Marías Cataluña se considera una víctima de Castilla: "El catalán estima que, al no comprender su lengua, aquella España le relega a no sé qué tinieblas exteriores" (cita en pág.35). Añade Serrahima que "los españoles nos miran de lejos con ojos sorprendidos con ignorancia y recelo respecto a lo que los catalanes somos y queremos" (pág.154). Pide "que nazca entre los españoles no catalanes el interés por conocer lo que es ser catalán (...) con cordialidad profunda y conocimiento de causa" (pág.155). No pide la inversa, pero tampoco nadie se lo exige.

Marías hace una observación muy interesante que reproduce el autor catalán. Afirma que "las muchas cosas justas que los catalanes han intentado hacer valer ante el resto de España han solido estar mezcladas con demasiados elementos negativos para que pudieran encontrar una acogida serena y abierta" (cita en pág.145). Serrahima lo pone en duda, pero en ese caso hay que afirmar que no tiene en cuenta la historia de su país frente al resto de España. Muy recientemente, el papa Francisco señalaba cómo Cataluña y España "deben reconciliarse con su propia historia".

Por hacer una afirmación personal yo diría que los catalanes pueden ser estupendos, posiblemente mejores que el resto de los españoles, pero esa conciencia de superioridad les ha llevado a equivocarse políticamente una y otra vez. Pero esa es otra historia y Serrahima no la aborda.

El libro es enormemente recomendable para comprender la posición de Cataluña en su enfrentamiento con el estado español. Expone una tesis de parte, por lo que no cabe la menor duda de que su lectura puede encender - y con cierta razón- a los jóvenes catalanes. También vale la pena recordar cómo Serrahima publicó este libro por primera vez en 1966, durante la oprobiosa. Es útil que lo sepan aquellos que se llenan la boca hablando de la dictadura de Franco. También nosotros -no solo los catalanes- necesitamos reconciliarnos con nuestra propia historia.