Rebelión en el desierto

El mérito del libro del coronel Lawrence consiste en descubrirnos a los beduinos del desierto de Arabia. Son las mismas tribus que hace catorce siglos aglutinó Mahoma y con las que el Islam llegó a ocupar las dos terceras partes del mundo antiguo. Ahora llevaban cinco siglos viviendo bajo la dominación turca, pueblo islámico considerablemente occidentalizado. Los hombres del desierto eran nómadas, enemigos de las ciudades y férreamente organizados en tribus, clanes y familias. Lawrence nos transmite los rasgos principales de su cultura: independencia, austeridad y sentido del honor; grandes amigos o implacables enemigos. Su medio de vida eran sus camellos y el bandidaje o rapiña. Orgullosos guerreros detrás de sus jefes, eran aptos para una guerra de movilidad en los desiertos de la península; sólo necesitaban a alguien que los uniera y ese hombre fue Lawrence, alrededor del príncipe Feisal. De la lectura del libro se deduce que, como entonces, aunque en nuestros días el Islam se presente como un todo unido por la religión, en su interior existe diversidad de razas, intereses y circunstancias que algún día pueden volver a aflorar. La estructura tribal todavía no ha desaparecido en muchos de esos países y la ley islámica, aunque inútil para gobernar un Estado moderno, se ajusta al ámbito de la tribu, la familia o el clan. Otra cosa son las costumbres primitivas que conviene desterrar mediante el desarrollo de la cultura y los derechos humanos.