Reconciliación

Reconciliación son las Memorias -recuerdos, balance de una vida- del Rey emérito Juan Carlos I. Abarcan desde su nacimiento en el exilio de sus padres en Roma, en 1938, hasta su actual exilio -que también podríamos considerar destierro- en Abu Dabi.

El título de Reconciliación puede referirse a la obra del monarca, que se enorgullece de la reconciliación entre españoles después de la muerte de Franco; a su deseo de reconciliarse con la opinión pública española para que no se fije exclusivamente en los errores de su vida privada, y, principalmente, a la reconciliación con su familia y el Rey, su hijo Felipe VI, a los que manifiesta añorar.

Las Memorias han sido redactadas por la escritora francesa Laurence Debray.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2025 Planeta
507
978-84-08-29622-5

Incorpora un Árbol genealógico del autor y un Índice onomástico.

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Se ha dicho que las Memorias del rey Juan Carlos I son inoportunas e innecesarias. De ninguna maneras, son ordenadas y narran hechos que de otra manera no podíamos haber conocido. ¿Quién podía saber el trato que tenían Franco y el joven Juan Carlos de Borbón, si éste no nos lo hubiera contado? Estas Memorias tienen un tono general de veracidad y coherencia con los hechos históricos que conocemos y el carácter de sus protagonistas.

El año 2020 Juan Carlos abandonó España sin despedirse de nadie, y, según cuenta, agobiado por el ambiente mediático y "preocupaciones legales y fiscales" (pág.56). El emérito puso rumbo a Abu Dabi donde sabía que iba a ser bien recibido. Sobre sus tropezones fiscales el autor se disculpa: "Me cegó un entorno malintencionado", "Admito que cien millones -que atribuye a una donación del rey de Arabia Saudí- son una suma considerable", "Soy consciente de que he decepcionado a muchísima gente", "¿Perdonarán algún día los españoles mis extravíos?" (págs.62-66).

El emérito cuenta cómo sus padres habían pasado "incertidumbres y penurias" durante su exilio en Roma, Lausana y Estoril. La familia de la reina Sofía también se encontraba exiliada en Londes. Es lógico pensar que el Rey quisiera tener un capital fuera de España por si le iban mal las cosas a él y su familia. No obstante, reconoce que si hubiera hecho las cosas bien y hubiera declarado sus ingresos, ahora su familia y él se encontrarían en una situación mucho más favorable.

El autor hace un relato exhaustivo de los éxitos de España durante su reinado, que evidentemente han sido muchos. Me ha gustado el relato que hace del golpe de Estado fallido de 1981, conocido como el 23 F. Se ha dicho que el Rey tenía conocimiento de lo que se preparaba, él lo niega y su argumento es que si se había esforzado tanto por modernizar España y convertirla en un país democrático, no iba a permitir un golpe de Estado militar y autoritario (págs.299 y ss).

El tono general de las Memorias es de orgullo por la tarea realizada: " Mi mayor orgullo -escribe- es haber podido contribuir a que la sociedad española se desarrolle plenamente (...), en colaboración con una generación de españoles ambiciosos y constructivos" (pág.405). El autor no deja de mencionar a los que fueron sus maestros y mejores colaboradores, aunque por encima de todos sitúa a su padre, don Juan de Borbón. Continúa: "Hice lo mejor que pude, día tras día, para que los españoles se sintieran orgullosos (...), devolver la libertad al país y situarlo de nuevo en la escena internacional".

Juan Carlos nunca hubiera esperado que se hicieran públicos los errores de su vida privada -que ahora dice lamentar amargamente-, y teme que ese conocimiento empañe el recuerdo que los españoles puedan tener de su reinado. Da la impresión de que sus inclinaciones tienen mucho de genético. Al relatar su juventud encontramos repetidamente las palabras diversión y divertirme y sus sucesivos enamoramientos. Cuando llega su boda y luna de miel parece que lo hizo plenamente enamorado de su mujer, la que iba a ser la Reina Sofía, pero también reconoce: "No he sido un santo" y "el poder no ha domado mi personalidad, que nunca he ocultado" (pág.495).

El Rey emérito hace una defensa de la Monarquía como institución, "indispensable para nuestro país que tiene una clara tendencia a la división", "un baluarte que nos defienda de nuestra tendencia cainita". Explica cómo la Monarquía puede ver los problemas a largo plazo para el mejor interés del país. (págs.496-497). Personalmente el Rey desearía ser perdonado algún día y poder volver a España. Piensa en el momento de su muerte: "¿Hay planes para mi funeral? No lo sé. Nadie me lo ha dicho nunca" (pág.466).

Todo el libro es muy emocional y termina de la misma forma; Juan Carlos I se define a sí mismo como "un hombre que se entregó por completo a España y que espera ser enterrado allí con honores" (pág.498). Podemos suponer que los honores y alabanzas no llegarán más que después de su muerte, y que aún así todavía habrá quien intente manipular la opnión pública. Como reconoce el autor, "se necesita tiempo para ser juzgado a largo plazo y no bajo los efectos de la emoción y los escándalos" (pág.495).

Para historiadores, políticos y, en general, para los interesados en el presente y el futuro de España. Se lee bastante bien.