Sobre el amor humano

El autor aclara en esta obra los problemas del amor humano, la unidad de la persona humana y la interpenetración entre vida y espíritu, entre cuerpo y alma. Posee reflexiones sobre el papel de la vida sexual, del medio social y de la comprensión mutua entre los esposos y ayudar a algunas almas a no separar lo que Dios ha unido.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1965 Rialp
0
2010 El Buey Mudo-Ciudadela
150
978-84-937417-8-5
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3
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El autor comienza planteando la existencia de un conflicto en la naturaleza humana: el que procede del enfrentamiento entre cuerpo y alma, entre materia y espíritu, entre el bien y el mal. En el alma, afirma Thibon, se encuentra el germen de esa ruptura, ya que es "formalmente espiritual, pero virtualmente sensitiva". Históricamente se han adoptado dos actitudes extremas ante dicho conflicto: El ascetismo radical, que se da por ejemplo en las religiones orientales, que considera malo el mundo y propugna la renuncia a la materia para dar vida al espíritu; y en el otro extremo el vitalismo, que no concibe más finalidad para la vida humana que la satisfacción de los deseos. El autor plantea la necesidad de buscar la unidad. La síntesis más perfecta entre espíritu y vida se ha dado en Jesucristo, Verbo de Dios encarnado. El cristianismo no es enemigo de la vida, pero Thibon recuerda que la disciplina de la carne da libertad al espíritu. El matrimonio obedece a ese afán de unidad: Unir dos cuerpos llamados a formar una sola alma y elevar el deseo carnal al nivel de los afectos. El amor brota de lo más material: el instinto de la carne, florece con la amistad, llega a su plenitud a través del sacrificio y se convierte en oración. Afirma el autor: "La vocación al matrimonio nos consagra a nuestro cónyuge, da sentido a los deberes de la vida conyugal y hace de estos, no un sacrificio estéril, sino un acto religioso del más alto valor". En el aspecto psicológico el amor nace de la curiosidad ante el misterio del otro -"amamos al otro porque tratamos de penetrar en su misterio"-, florece a través de la ilusión, pero es sólo por medio de la entrega y el sacrificio como consigue atravesar los desiertos de la decepción y la monotonía cuando el misterio y la ilusión ya han desaparecido. "El matrimonio es, por excelencia, la vocación que permite introducir a Dios en lo que la vida tiene en apariencia más vulgar y trivial". El autor insiste en que el matrimonio, incluso en su vertiente sexual, consiste en darse: "No se toma esposa, se entrega uno a ella". Frente al amor entendido como donación se alza el amor narcisista, que se busca a sí mismo en el orgullo de poseer y dominar. Cuando dos seres se defraudan mutuamente es seguro que cada uno de ellos se ha amado a sí mismo; y surge entonces un odio inexplicable, resultado de la esperanza pisoteada y de las alegrías muertas. El libro tiene una cierta dificultad de lectura ya que los dos primeros capítulos son eminentemente filosóficos. Su interés está en los principios que desarrolla: La unidad entre la vida y el espíritu, y el matrimonio como vocación a través de la cual se alcanza esa unidad. Thibon publicó este libro en 1962, pero ciertos textos son de 1937, lo que pone de relieve la anticipación del autor a una doctrina que aún hoy no es universalmente comprendida.