Tennyson, Dickens y Thackeray. Biografías ilustradas

Chesterton (Londres, 1874-1936), el gran escritor inglés, es conocido sobre todo por los relatos policiales del Padre Brown y por sus novelas, en especial El hombre que fue Jueves. Pero Chesterton fue también un magnífico biógrafo en un tiempo de biógrafos magníficos: Stefan Zweig, Lytton Strachey, André Maurois, Emil Ludwig o Harold Lamb, por recordar apenas unos cuantos nombres representativos.

Chesterton, como biógrafo estuvo siempre a la altura de los mejores y fue quizás el primero en el tiempo, pues empezó a escribir biografías a finales del siglo XIX, en los inicios de su carrera literaria, antes de que se pusiera de moda el género, y su primer libro importante y de cierto éxito es la biografía dedicada al poeta Robert Browning (1903). Lo que le llevó a Chesterton al género biográfico fue, muy probablemente, su generosidad humana, su gran capacidad para el entusiasmo y su gusto por la polémica. Las biografías de Chesterton no son excesivamente objetivas como tampoco son convencionales ni académicas, ni destacan por su tamaño, su erudición o por su aparato crítico o documental, pero resultan siempre apasionantes y esclarecedoras; están escritas con apasionamiento y un enorme vigor e inteligencia y tocan mil asuntos aparte del personaje principal, para iluminar así, de forma un tanto oblicua, la humanidad del personaje pero también a su época, igualmente protagonista.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2020 Renacimiento
176
978-84-17950-09-5

Traducción de Aurora Rice

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Selección de tres biografías de autores ingleses, escritas por Chesterton con la colaboración de R. Garnett, F. G. Kitton y L. Melville. La primera de ellas corresponde al poeta Alfred Tennyson (1809 – 1892), perteneciente al posromanticismo y uno de los más ilustres de la literatura universal, que fue además poeta laureado del Reino Unido durante el reinado de la reina Victoria. La mayor parte de su obra está inspirada en temas mitológicos y medievales, y Chesterton destaca su capacidad para describir el arte, porque Tennyson amaba la belleza en las obras de arte del hombre (pinturas, estatuas, edificios…). Así, el poeta “devuelve a su tiempo lo que de su tiempo ha recibido, pero exquisitamente embellecido y purificado; es el espejo en que su época contempla todo lo mejor de sí misma” (p. 24).

En cuanto a Charles Dickens (1812 – 1870), está considerado como el mejor novelista de la época victoriana, creador de grandes personajes de ficción que tuvieron un éxito arrollador en su época y que todavía hoy son conocidos en todo el mundo.  Para Chesterton, las innumerables ediciones de sus obras atestiguan de sobra su enorme popularidad: “Por sus comienzos bajo condiciones adversas, el brillante éxito que acompañó sus primeros esfuerzos como autor, la manera en que conquistó a todos  y mantuvo embelesado al público por la simple fuerza de su genio, me atrevo a creer que no existe otro caso igual en la historia de la literatura” (p. 79). Probablemente, Dickens supo mantener la supremacía literaria gracias a su amor por la humanidad en su forma más humilde y a su intención de destapar los males sociales para erradicarlos.

Por último, William M. Thackeray (1811 – 1863) fue un novelista inglés del realismo, cuya obra más conocida sigue siendo La feria de las vanidades, que él mismo definió como “una novela sin héroe”. De este modo, sus personajes están trazados sin exceso de virtud ni de vicio, tal como se encuentran en la vida corriente; de ahí que siempre haya existido mucho interés por la cuestión de los “originales” en el estudio de sus personajes. Para Chesterton, gracias a su espíritu juvenil, Dickens siempre mira hacia adelante; mientras que Thackeray  siempre mira hacia atrás en la vida: “Y nadie lo comprenderá del todo hasta alcanzar por un momento ese estado de alma en que la melancolía es el mayor de los gozos” (p. 129).

Además de este volumen dedicado a autores ingleses, se puede encontrar en esta misma colección de Biografías ilustradas de la editorial Renacimiento otro tomo dedicado a Carlyle, Stevenson y Tolstói.  Ambos volúmenes son muy recomendables tanto por los comentarios y apreciaciones de Chesterton sobre la vida y la obra de los diversos autores, como por la revisión de las propias obras clásicas que siempre resulta muy interesante.