Terapia divina y adicción

Es posible que lo más original de este libro sea la explicación que da el autor sobre la aparición de las adicciones en la vida de una persona. Thomas Keating lo hace en base a determinadas carencias durante la infancia, éstas producen heridas interiores que condicionarán la vida del sujeto en determinadas áreas.

Las carencias infantiles a las que se refiere el autor giran alrededor de la seguridad, el afecto y aprobación, así como el poder y control. En el futuro, el sujeto intentará cubrir estas necesidades como condición para su felicidad, y no será capaz de procesar cualquier contradicción, real o imaginaria, en estas materias: Inseguridades, necesidad de aprobación y afecto o la ausencia de control sobre el discurrir cotidiano provocarán reacciones desproporcionadas, y, en último extremo, la aparición de adicciones con las que tratará de compensar el dolor interior imposible de erradicar.

La segunda afirmación valiosa que realiza Keating es la existencia en el interior de cada persona de un núcleo de bondad que aflora con el silencio interior y la oración, nos permite vernos tal como somos, descubrir nuestras limitaciones y defectos, y posiblemente, corregirlos a largo plazo. Es lo que en los textos de Alcohólicos Anónimos se denomina sobriedad emocional: "No se trata solo de abstenerse del alcóhol, sino de abordar los profundos problemas emocionales que fueron la fuente primaria de la adicción" (pág.20).

"El odio a uno mismo y la depresión -continúa Keating-, el desaliento, la falta de autoestima y la desesperación son problemas muy serios". Las emociones desviadas producen infelicidad: "El duelo, la vergüenza, la humillación, la ira, el desaliento, la soledad, la desolación y la sensación de rechazo" (pág.83). El autor se detiene en señalar la diferencia entre depresión y sentimientos depresivos; la depresión es una enfermedad y los sentimientos depresivos son el "duelo por nuestras esperanzas de felicidad frustradas" (pág.105). La condición humana se mueve entre la ilusión de saber dónde se encuentra la felicidad, la concupiscencia de buscarla en los lugares equivocados y la debilidad de la voluntad para abandonarlos (pág.86).

El tercer escalón en la recuperación reside en descubrir un Dios que no nos juzga ni nos condena, que nos ama "hagamos lo que hagamos" (pág.75). "Es frecuente -señala- que las personas necesiten ayuda para cambiar sus actitudes ante Dios" (pág.56); no somos perfectos ni Dios tampoco nos lo pide (pág.110). Se trata de la parte más extensa y difícil de incorporar del libro porque requiere humildad. El programa de Alcohólicos Anónimos no pide que se comparta una religión determinada y es aplicable a los ateos y agnósticos, pero se necesita una mente abierta y admitir que no somos el centro del universo, que hay valores que están por encima de nosotros y aceptar los defectos y limitaciones que nos empobrecen.

El autor señala con humor que "la enfermedad que padecemos se llama condición humana" (pág.96). El programa de los Doce Pasos está dirigido a "alcanzar la sobriedad, la recuperación y estabilidad emocional, y el descubrimiento de dónde se encuentra la verdadera felicidad" (pág.206): "Un movimiento del egocentrismo al teocentrismo" (pág.15) y es aplicable a todo tipo de adicciones, neurosis y debilidades de carácter. Una lectura para orientadores y maestros espirituales.