Lord Slane, baluarte del Imperio y gran estadista, ha muerto. Le sobreviven su viuda y seis hijos dispuestos a ocuparse de ella. Pero Lady Slane tiene otros planes: la sumisa esposa y complaciente madre quiere, al fin, vivir su propia vida.
En una pequeña casa en Hampstead, decide cambiar el curso de su historia personal, recuperar sus sueños y descubrir la pasión que empeñó por las estrechas convenciones de un matrimonio victoriano.
Comentarios
De no haber recibido esta
De no haber recibido esta recomendación de lectura - he de reconocer con un poco de vergüenza - no hubiera sabido, quizá en mucho tiempo, quizá jamás, de la genial escritora inglesa Vita Sackville-West. Desde luego que, cuando las personas comenzamos a “atar cabos” porque una cosa lleva a la otra, entonces todo toma un sentido lógico: esta es la Vita por la que sentía una vehemente atracción la afamada feminista Virginia Woolf ( A Virginia le gustaba Vita, de Pilar Bellver), contemporánea de la primera. Pero, como no son, ni su vida íntima ni sus complejas relaciones lo que hoy nos ocupa, encauzaré estas líneas, en principio, a encomiar el ingenio y la maestría con las que Sackeville-West señala, con puntualidad y sin miramientos, acres apreciaciones de la aristocracia inglesa -a la que ella misma pertenecía- a través de una historia muy bien contada que envuelve al lector en un mundo ajeno al de su realidad (que al final, de eso se trata la buena lectura) y del que resulta difícil desprenderse.
La novela relata la historia de su personaje principal, Lady Slane, mujer de casi nueve décadas de vida cuyo marido - Lord Slane, un respetado estadista- acaba de fallecer. Habiendo sido la mansedumbre y la indulgencia característicos de Lady Slane, esta desconcierta a sus seis hijos cuando, ante la lógica pretensión por organizarle la vida ahora en su nuevo status de viudez, decide por primera vez en su vida, algo distinto y desafiante: vivir sola, decidir por sí sola. El relato entero está claramente dividido en tres partes que bien se relacionan entre sí, pero que al mismo tiempo nos brindan perspectivas, tiempos y, como lectores - dictámenes diferentes. Al principio se expone la muerte de Lord Slane, el contexto social de este suceso y los enredos familiares que derivan de ello, desde lo que decide Lady Slane en relación a lo que resta de su vida hasta las distintas reacciones que a efecto de ello afloran en cada uno de sus hijos. La siguiente parte - la segunda - brinda al lector vivencias de la juventud de Lady Slane, gracias a las memorias de esta, conjugadas con reflejos de su presente, acaso en el ejercicio por rescatar en vano, años malgastados en vivencias, situaciones y decisiones del todo ajenas a sus genuinos deseos. Por último, aparece una Lady Slane por primera vez resoluta y tomando el mando de su vida, dando indicio de vivir, finalmente, de acuerdo a sus más profundos sueños y aspiraciones y siendo, sin más, ella misma, despojada de artificios y condicionamientos sociales.
Una novela que " se va como agua “ y a la que bien merece la pena dedicar espacio, conciencia y silencio. Pasear por las memorias de una viuda no es, en este caso, un cliché, sino una aventura con matices inesperados.
Plantea esta novela una
Plantea esta novela una situación que quizá no fuera muy común en las mujeres de su época, un cierto inconformismo ante lo que la vida va deparando, casi sin elección posible, a la mayoría de las jóvenes, en la sociedad europea de esos momentos. De hecho, la protagonista prácticamente no tiene nombre propio, es Lady Slane para todos, y conocemos su nombre de pila casi de casualidad. De alguna manera ella se rebela contra esta situación, si bien esto puede llegar a suceder al quedarse viuda, a los 88 años. No deja que sus hijos la organicen la vida, Lady Slane quiere vivir de otra forma. Han sido muchos años de ser la esposa de un aristócrata importante y ella no quiere eso. Así surge esta historia amable, irónica, que va desvelando el fondo de las personas que se acercan a ella, amigos nuevos que conoce, los hijos que no la comprenden.
Muy bien escrita, presenta una problemática propia de una época, que hace pensar y puede dar para hablar. Leer artículo...
La autora, con una magnífica
La autora, con una magnífica prosa llena de lirismo en algunos pasajes, donde nos lleva a través de un relato de gran riqueza literaria a conocer la verdadera vida que la protagonista no ha podido vivir en contra de su voluntad.
Es en la segunda parte de las tres que tiene el libro, relata los proyectos truncados, los deseos y anhelos sin realizar de toda su vida.
Magnífica novela de 1931, vuelta a reeditar en 2016, cuyo principal personaje es una mujer que, durante setenta años, ha vivido la vida que le marcaban los demás, casi siempre su marido, con todo un mundo de protocolo y actividades sociales donde cumple admirablemente el papel que le corresponde. Es agradable, serena, cariñosa y dedica su tiempo libre a sus seis hijos con los que juega y ríe. Es la apariencia de una mujer que reúne todo para ser feliz, pero no lo es. Todo lo hace en función de lo que marcan los demás. Es en esta parte donde muestra magníficamente su maestría manejando una maravillosa prosa repleta de preciosas, aunque a veces, muy largas descripciones, plagadas de comparaciones y símiles y otras figuras literarias.
En la tercera parte, donde se muestra el desenlace, es donde la acción adquiere gran dinamismo por la diversidad de situaciones que se producen y que pueden ser desconcertantes para el lector como lo son para todos los que rodean a la protagonista.
La autora nos muestra la verdadera personalidad de la anciana de ochenta y ocho años y donde el lector llega a conocer en profundidad al personaje a través de los recuerdos y de su gran secreto escondido.
Los personajes secundarios están muy bien definidos en el caso de los ancianos y trazados con pinceladas el resto..
La autora fue contemporánea y amiga de Virginia Wollf, quien la leyó con gran entusiasmo.
Es una obra que gustará mucho a los buenos lectores.
Para mí, más que una novela, es un relato magistral.
Como bien dice la sinopsis, Lady Slane, de 88 años, sorprende a sus hijos tras la muerte de su famoso marido, retirándose a una casa de Hampstead con su vieja criada francesa, y comunicando que no quiere ver a nadie que tenga menos de 40 años. Allí, la vida de Lady Slane transcurre plácidamente, con sus recuerdos y sus tres nuevos amigos. Pero durante ese tiempo, percibe que amó intensamente a su marido. Esto es lo único bueno que yo veo en ese retiro: me parece que en el fondo hay una exaltación al egoismo, ya sea en la ancianidad o en la juventud. A mí me ha dejado un sabor agridulce.