Tres monjes rebeldes

Con esta obra M. Raymond inicia latrilogía titulada La saga de Citeaux y compuesta por Tres monjes rebeldes, La familia que alcanzó a Cristo e Incienso quemado. Con la denominación de «saga», el autor manifiesta su intención de trazar poéticamente la historia de la primitiva Orden cisterciense que, andando los siglos, recibiría del monasterio de La Trappe el nombre de trapense con el cual se conoce a los monjes blancos.
En las literaturas nórdicas, la saga es un género equivalente a la epopeya de la Europa meridional y occidental. Pero las sagas suelen carecer de protagonista individual: el héroe en la saga es un colectivo, una familia, una tribu, un pueblo.
Al narrar la historia de los creadores del Císter, Raymond utilizó aquel antiguo género literario, y, tomando de la vida real unos sucesos extraordinarios, les infundió un aliento poético y legendario del más alto valor emocional. Su intención, al componer la trilogía, fue divulgar la historia de los primeros cistercienses europeos del siglo xii, y la de los primeros trapenses americanos en el siglo xix.
En las tres épocas de esta Saga de Citeaux, Raymond hizo con los fundadores del Císter en Europa y la Trapa en América, lo que hicieron con
Mío Cid y los reyes de Inglaterra el juglar de Cardeña y Shakespeare: ponerlos de pie en sus sepulcros, inyectar sangre en sus venas petrificadas, encender soles y estrellas en sus ojos cerrados, dotarlos de aliento y voz para que, al moverse y hablar, jamás puedan separarse de nuestra memoria.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1999 Herder
312

Hay una reimpresión del 2006

Valoración CDL
3
Valoración Socios
4
Average: 4 (1 vote)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

1 valoraciones

4
Género: 

Comentarios

Imagen de Quico

La impresión que este libro dejó en mí hace casi veinte años, se ha confirmado cuando hace unos meses volví a leerlo. Es una magnífica narración, con las virtudes y limitaciones de una saga o una epopeya, escrita en los años cuarenta. Tanto el ideal caballeresco que aparece como trasfondo constante, como una visión del cristianismo un tanto épica, se debe a estas circunstancias, que no empañan, a mi parecer, el conjunto de la obra.

Por debajo de lo escrito de forma dramatizada, hay muchas horas de investigación en los legajos que hablan de los orígenes del Císter. El autor, un monje de la abadía de Getsemaní en EEUU, me parece un magnífico escritor que reconoce en su Prólogo que “tardé muchos años en componerlo, y después de tan largo lapso de tiempo, podía esperarse una perfección mayor. Pero los trapenses somos adoradores y no autores. Todas las horas dedicadas a su composición se robaron a la verdadera misión de nuestra vida: al Sacrificio de la Oración, al Sacrificio de la Misa y al Sacrificio del Trabajo Manual”.

Ciertamente que agradezco a este trapense que robara horas de su entrega a la vocación monástica para narrar la vida de estos tres hombres formidables, prácticamente desconocidos para un gran número de cristianos. Roberto de Molesmes, Alberico y Esteban Harding nos son presentados desde diversos puntos de vista y en variadas circunstancias. No se sigue una trama biográfica, sino que se dan saltos tomando pie en los momentos que se consideran más significativos, procurando transmitir el espíritu que les animaba.

Personalmente, me subyuga el anciano Roberto de Molesmes dejando, por requerimiento papal, el monasterio que encarna su ideal benedictino, así como la fidelidad y sabiduría de Alberico y Esteban Harding, que fueron capaces de mantenerse en su vocación cuando el mundo proclamaba su derrota inminente.

Termino: me parece una obra muy apropiada para todo el que busque una lectura que motive su vivir cristiano, más allá de las apariencias y el qué dirán; una obra que hace tomar en serio la propia llamada en la vida, sea cual sea su concreción.

Quico