Últimas Tardes con Teresa

Ambientada en una Barcelona de claroscuros y contrastes, Últimas tardes con Teresa narra los amores de Pijoaparte, típico exponente de las clases más bajas y marginadas, cuya mayor aspiración es alcanzar prestigio social, y Teresa, una bella muchacha rubia, estudiante e hija de la alta burguesía catalana. Los personajes de esta novela a la vez romántica y sarcástica pertenecen ya, por derecho propio, a la galería de retratos que configuran toda una época. Hito de la literatura española contemporánea, esta obra consolidó internacionalmente el nombre de su autor.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Lumen
414
1986 Seix Barral
331
84-322-2339-5

Edición original de 1966; correcciones en 1975 y 1984.

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De La Celestina dice Miguel de Cervantes: "Obra a mi entender divina/ si exaltase menos lo humano". Lo mismo puede decirse de Ultimas tardes con Teresa. Su argumento es casi lo de menos: Teresa, una universitaria de izquierdas, de familia bien, y Manolo, un quinqui, ladrón de motos, están enamorados. La historia está ambientada en Barcelona, en los años 50 del siglo pasado.

No es una novela romántica, aunque su línea argumental sea afectiva y casi erótica; no va por ahí la novela. Joan Marsé había pertenecido al Partido Comunista y el autor caricaturiza el Comité Central que tenía entonces el PC en Barcelona. Teresa, una estudiante de Historia de diez y nueve años, pertenece a ese grupo. Intenta montar una obra de Bertold Brecht en una fábrica, admira a las clases populares y piensa que los tabús sexuales son prejuicios burgueses. De hecho, siente envidia de su criada, Maruja, que duerme todos los días con su novio.

Manolo Pijoaparte tiene veinte años y reside en un barrio marginal. Ha nacido en Málaga, pero aquí le consideran murciano como a todos los nacidos en el sur. Vive de robar motos y desvalijar coches, que luego entrega a un perista gay de su barrio al que llaman Cardenal y también gallego. Tratándose de una novela ambientada en Barcelona es inevitable que salga a relucir el tópico de catalanes y charnegos (inmigrantes nacidos fuera de Cataluña que hablan español). Alguien habla de "andaluces analfabetos". Andaluces sí, pero por qué analfabetos. Dado que Marsé es catalán y de izquierdas se supone que está haciendo una caricatura de sus coterráneos.

Hay humor en la novela, pero predominan los aspectos dramáticos. Maruja, la sirvienta de Teresa y amante de Manolo, ha entrado en coma por un accidente doméstico. Mientras ellos se enamoran, Maruja se encamina a la muerte. Pronto Teresa se va a desilusionar de las clases populares que tanto admiraba. Manolo pide que el padre de la chica le proporcione un empleo. En el barrio de Monte Carmelo, donde reside Manuel, ella se topa con un exibicionista. Se trata de Bernardo, amigo de Manolo, que vive amargado a causa de su matrimonio con una mujer dominante.

Marsé no relata, sino que dibuja las escenas. En esto reside su excelencia literaria. El lector se siente arrastrado, embebido por el texto y el argumento. Los personajes, sean principales o secundarios, están maravillosamente construídos; son creíbles lo que pone de manifiesto el conocimiento que el autor tiene del ambiente sobre el que escribe. Es admirable, por último, su habilidad para utilizar frases largas sin ayudarse de comas. Párrafos largos que se siguen perfectamente.

En conclusión, un gran libro que puede que haya que desaconsejar para gente joven en base a su erotismo, por otra parte muy superficial. Se trata de un logro más de la literatura catalana en lengua española del siglo XX. Se entiende que los autores hispanoamericanos que llegaban a España en esa época se afincasen precisamente en Barcelona.

Imagen de cdl

Novela ambientada en Barcelona a finales de los años 50,donde se narra la breve relación sostenida por una joven universitaria, hija de un rico industrial, con un apuesto emigrante andaluz. La obra obtuvo en 1965 el premio Biblioteca Breve.

Desarrollada según una técnica de corte tradicional e inscrita en la corriente del realismo social que caracterizó la novelística española de la época, la obra muestra ciertos rasgos que indican un deseo de buscar nuevos caminos expresivos. Sobre una base sentimental que roza el folletín, el autor, a la vez que intenta penetrar en la psicología de los protagonistas, mezcla elementos políticos y sociales, sobre los que reflexiona para analizar el proceso de cambio que comenzaba a experimentar el país. Aunque a veces resulta convencional, revelando la falta de experiencia del autor, la obra, escrita con estilo ágil, consigue entretener. Sin embargo, más que en ella misma, su interés radica en el hecho de servir de testimonio sobre ciertos sectores sociales de aquella época y de mostrar cómo los novelistas jóvenes trataban de renovar los gustos imperantes.

La obra encierra un cierto pesimismo en su diseño sociológico, llevado hasta una situación límite no muy verosímil. De ella se desprende la pasividad de los menos favorecidos y los inútiles intentos de los intelectuales por redimirlos a base de charlas de salón; unos y otros son retratados con cierta ironía por el autor. Dentro de su enfoque realista, utiliza un lenguaje a veces crudo y arrabalero, y recurre con cierta frecuencia a pasajes eróticos descritos de forma vulgar, aunque sin llegar a la pornografía.