Cuando conocí a R encontré en él un pedacito de mí misma que tenía olvidado: la A que se atrevía a hacer cualquier cosa.
Con nuestra relación recuperé la aventura, lo extraordinario. Y miré hacia otro lado todas las veces que R no me trató bien, porque me enamoré de una idea: la fantástica y exitosa pareja que podíamos ser juntos.
Así, poquito a poco, me perdí el respeto, extravié el norte y borré del mapa mi amor propio. Hasta que un día dejar a R se convirtió en una cuestión de SUPERVIVENCIA y, a la vez, en una LUCHA cuerpo a cuerpo contra la parte de mí que quería quedarse con él.
Este libro es, en sí mismo, el viaje de vuelta hacia dentro que hice para rescatarme. Un trayecto que quizá a ti también te sirva de alguna manera. Porque SIEMPRE podemos elegir. A cualquier edad, sin importar lo que otros crean o lo que te digan.
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Hay palabras que llegan al
Hay palabras que llegan al alma y la atraviesan como puñales que no hacen daño, sino que sanan. Es el caso de este libro, cuya prosa poética hace que el lector se vea inmerso en un viaje hacia el descubrimiento interior y hacia un conocimiento profundo del “yo” mientras navega por las interioridades de una poeta errante que finalmente encuentra la Ítaca de su felicidad. Es el libro del desmontaje de la dependencia y la construcción de la felicidad real. Su lectura es a la vez dolorosa y reconfortante. Sin duda, un acierto y un gran descubrimiento (Reseña de Lupicinio Rodríguez).
Expresión de una experiencia
Expresión de una experiencia personal de superación, a través de la prosa poética. A veces, son poemas; a veces, prosa presentada de forma muy gráfica: el libro juega con todos los recursos, pero sin perder una unidad estilística que hace que todo el conjunto sea armónico y musical. Juega con los espacios, con las páginas, con el formato, con las ilustraciones. La autora, Ana María Ortega, sabe utilizar todas las armas para transmitir. Y funciona. Se nota que le sale naturalmente, sin forzar. Quizá por eso es tan fácil y ameno de leer.
Se trata de una edición muy cuidada, decorada por la autora y con mucho gusto. Con recursos gráficos, ilustraciones y detalles delicados, bonitos y elegantes. Además, el texto juega con ellos y con los espacios de una manera brillante, marcándote el ritmo de lectura y llevándote ágilmente por sus reflexiones. En conjunto, está muy bien escrito. Ana María trata muy bien el lenguaje y se nota su mimo en cada línea escrita. Y transmite de una manera muy cercana sus emociones, su pulso, su energía... y también su decaimiento, su tristeza, desesperación y sus vacíos (Reseña de F. Diego Bertrán).