Poca duda ha tenido la crítica para situar a Beatriz Villacañas (Toledo, España) como una de las poetas más relevantes de su promoción. Poeta de la soledad y el amor, línea clara alejada de oropeles, íntima y mágica, atenta a mundos propios, delicados, y poseedora de un cuidado ornato plástico o de imágenes. Desde ahí se emplea con una singular maestría para combinar metros tradicionales (la lira, el soneto, el haiku), y el versículo. Premios y crítica han destacado ese saber decir, experiencial sin narratividad, reflexivo y vitalista.