"Hay que meterse en el Evangelio como un personaje más". A la luz de este consejo de san Josemaría Escrivá, Ferdinando Rancan se introduce en sus páginas, como un niño huérfano acogido en el hogar de Nazaret. Con esos ojos de niño, contempla y comparte de cerca los grandes y pequeños sucesos de la Sagrada Familia.
Comentarios
El autor es buen conocedor del Evangelio y del contexto en el que fue vivido, adapta los textos, respetando el fondo pero variando la forma, y de su mano vamos viviendo cada una de las escenas del Evangelio. En unos casos, el relato se aproxima mucho al texto evangélico; en otros, por la ausencia de datos, el autor los recrea con un gran sentido común, sencillez y vida interior.