Cristianismo en la antigüedad

El copista de Carthago

Provincia romana de Bitinia (en la actual Turquía), al final del siglo III d. C., un joven ratero de menos de diez años, llamado Craso, es atrapado por robar en el mercado. Vendido como esclavo, inicia una larga aventura hasta aprender el oficio de copista. Posteriormente, se traslada a Carthago, donde decide hacerse cristiano. Su devoción y buen oficio por los libros le llevan a recorrer el Mediterráneo y ser testigo de la persecución del emperador Diocleciano y las divisiones entre cristianos originadas por algunas herejías.

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Destructor de los dioses

En sus orígenes, el cristianismo fue considerado por sus contemporáneos paganos una innovación social peligrosa. La crítica de algunos miembros de la élite cultural, su temor a que la nueva superstición transformara radicalmente su forma de vida, deja traslucir que aquellas prácticas y valores se extendían incluso entre los grupos influyentes.

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